Antes de vivir la gran final de 'Supervivientes', el programa ha dado la oportunidad a los concursantes de resolver las cuentas pendientes que aún tuvieran abiertas tras su paso por el concurso. Después de que Jonan tuviera un cara a cara con Raquel Mosquera, le llegaba el turno a Adara. Mientras la finalista esperaba en el puente, Diego aparecía por la otra punta del jardín de la finca.
"Guau, guau, guau", repetía Adara una y otra vez. Diego se colocaba entonces en el otro extremo del puente. Ambos irían avanzando peldaños hasta llegar, si así lo deseaban, a la zona central con todos sus problemas resueltos. El exparticipante se ofrecía entonces a ser quien rompiera el hielo: "Aquí estamos para intentar llegar a un entendimiento", comenzaba.
"Lo primero que me chocó tuyo era que nosotros estábamos haciendo las tareas y, a nada que te decíamos que hicieras algo, siempre tirabas por 'aquí están los machotes'. Simplemente hacíamos las tareas y tú siempre lo enfocabas por ese lado", continuaba. Antes de comenzar con su respuesta, Adara reconocía estar nerviosa: "El que empezó atizando fuiste tú, hiciste un comentario diciendo que dos estábamos tiradas y el resto trabajando", contestaba. Pero él le aclaraba que todo aquello fue por Patricia Donoso y no por ella.
Eso no impedía que ella le dijera lo que opinaba de su concurso: "Creo que has sido muy egoísta, muy egocéntrico y muy prepotente". Pero esa declaración se convertía únicamente en el inicio de una conversación respetuosa y madura.
Adara le reprochaba entonces lo que a ella le había molestado: "Ni si quiera nos mirabas, ni si quiera nos hablabas. A día de hoy no entiendo el porqué y esa fue la imagen que me llevé de ti". Y, después de que ambos se dijeran aquello que les había impedido tener una buena relación, llegaba el momento de avanzar hacia la reconciliación.
Así lo decidían ambos tras mirarse a los ojos y echarse a reír. "Yo no tengo nada personal, hemos chocado allí en el reality, lo que pasa en un reality, se queda en un reality. Nos hemos caído mal, pero no quiero llevármelo fuera", decía Diego. "A mí no me has caído mal, han habido roces de convivencia y ya está", añadía Adara. Y, tras estas últimas palabras, al fin decidían darse ese abrazo que ponía fin a todo: "Lo que pasa en Honduras, se queda en Honduras", finiquitaba Laura Madrueño.