Después de pasar más de cien días en Honduras, los supervivientes ya están de vuelta en España. Hasta la gran final, convivirán en una finca con nueva palapa incluida. Palapa en la que ya han vivido emotivos momentos, con el de recordar su paso por el programa.
Uno a uno, los concursantes han ido reviviendo sus mejores recuerdos y haciendo balance de lo que la aventura ha supuesto para ellos.
La primera en hacerlo ha sido Adara, que asegura que ha aprendido “a valorar lo importante”: “He aprendido tantísimo… Es muy fuerte”. Eso sí, tiene claro qué es lo que peor ha llevado: “El hambre. Es muy difícil de gestionar, muy duro”.
No obstante, hubo algo que incluso lo superó: “Fueron esas semanas que esperaba desesperadamente la visita de mi madre y no llegaba, perdí un poco el control”. Pero no todo ha sido malo, ni mucho menos, y la superviviente sabe qué es lo mejor que se lleva de su paso por el programa: “He conocido personas maravillosas aquí, creo que siempre en primer lugar, Jonan, y luego Alma”.
Y, como no podía ser de otra manera, también ha valorado su relación con Asraf, que tan estrecha fue durante semanas: “Me lo pasaba bien con él, fueron un poquito duras, pero yo sentía que estaba en el lado correcto y que estaba defendiendo algo que estaba siendo injusto. Lo volvería a repetir mil veces”.
A diferencia del resto de supervivientes que han llegado hasta aquí, el fue uno de los Olvidados y eso ha sido, sin duda, lo más duro para él: "Fueron dos meses estando solo con una persona". Y algo que lo hizo aún más duro, la continua preocupación que mantenía por su familia. Pero todo eso cambió con la visita de su madre: "Me dio energía".
Eso sí, el ucraniano tiene claro que lo que le ha permitido poder continuar ha sido su mente y aún se sorprende con haber sido salvado en las últimas nominaciones: "He flipado porque no pensaba que iba a pasar, sentí muchísima energía positiva para llegar hasta el final".
Por último, Artùr se sinceraba acerca de lo que le ha enseñado esta aventura: "Aquí entendí que llorar es una cosa muy natural. Después de este concurso valoro más las cosas pequeñas.
Por su parte, Jonan aún recuerda los momentos en los que llegó a plantearse abandonar el programa: "Flaqueé mucho, me quería ir a mi casa pero rápido". Pero, a pesar de todo, decidió continuar y eso le ha servido para aprender algo crucial: "Lo que más me ha hecho cambiar en mi cabeza es que, en circunstancias malas de la vida, puedo verlas de otra forma y caer, porque no pasa nada por caer porque me puedo volver a levantar una, dos y veinte veces como me he levantado en el concurso".
Y es que, aunque en su "vida real" es una persona "muy optimista", diferentes circunstancias a lo largo de la aventura le han llevado a "bucles muy fuertes": "Me ha costado salir una barbaridad".
Pero, si hay algo por lo que está contento es por haber sido "muy claro". Y, aunque con todos asegura llevarse "muy bien", tiene debilidad por sus compañeras: "Las mejores amistades que me llevo son mujeres".
Por su parte, Asraf resume su paso por el programa con la palabra 'cambio': "Del Asraf que empezó al de ahora, han cambiado varias cosas. He aprendido a valorar mucho más a la familia, a las cosas que tengo en mi vida. Creo más en mí. Soy mejor persona, mucho más paciente. He aprendido hasta controlar mis ansias", comenzaba.
El superviviente no tiene dudas con su mejor momento en los más de tres meses de programa: su reencuentro con Isa Pantoja en Honduras. "Fue algo muy guay. Y también cuando hice fuego por primera vez. Fue uno de los momentos más felices de mi vida".
Además, ha señalado "la soledad" como uno de los aspectos más complicados de la experiencia: "El no tener con quién expresar lo que sientes es muy duro". Pero para él, su peor momento fue aquel en el que su relación con Adara se truncó: "Fue muy triste". Pero, por encima de todo, tiene claro lo que ha significado este programa para él: "Supervivientes' es la gran aventura de mi vida".
Por último, le llegaba el turno a Bosco, que define su paso por el concurso con la palabra 'evolución'. Y es que, ha pasado "de no decir nada y estar muy distante" a "estar más abierto". Pero si hay algo que le ha conquistado de toda la aventura, eso ha sido la pesca de cangrejos y pulpos: "Desde pequeño me ha encantado y hacerlo en el Caribe ha sido todo un placer y un honor".
"Raquel Arias es una persona que me llevaré para siempre. Jonan se ha convertido en mi mánager de vida. Artùr ha estado conmigo desde el principio y Adara, todo lo que me pida, se lo daré", decía sobre sus compañeros.
El superviviente recuerda la visita de su tío Pocholo como uno de los mejores días de su paso por el programa, aunque se le quedó un sabor agridulce por su encontronazo con Alma Bollo. "He llorado más veces aquí que en mi vida. Siempre he intentado levantarme con una sonrisa, intentar que la gente esté feliz y pasarlo bien. La adaptación es dura, pero si tienes una mente positiva, sí puedes. He llegado a este punto feliz, que lo positivo sea infinito. Sí se puede, a tope".