Tras la gran pelea en el Atalaya del Pirata Morgan por la recompensa, los concursantes han visto las imágenes en Palapa. Adara ha asegurado que en ningún momento llamó "gorda" a Yaiza. Según la participante, dijo que sus cuerpos eran diferentes, pero por que no llevaban el mismo tiempo en el concurso y ella creía estar "más desgastada".
"Me gustaría que se me hubiera preguntado antes de acusarme tan duramente", ha dejado claro Adara. "A mí no me molesta lo del físico, yo no me voy a comparar con un cuerpo de lagartija, plano por delante y plano por detrás. Si hablamos de físico, yo también podría atacar", ha respondido Yaiza dejando con la boca abierta a su compañera.
Sobre no subir a la Atalaya del Pirata Morgan, Yaiza también ha querido explicarse: "Yo me quedo con la misma satisfacción que si hubiera comido un solomillo a la pimienta. Si a mí me dan es porque he pescado, he cogido cocos y he colaborado con el resto. Si no se lo dan a ella, por algo será. Con eso me voy a quedar", ha dejado claro.
Esta semana, la recompensa del Pirata Morgan ha traído cola. Los concursantes fueron llamados a su Atalaya. Allí deberían valorar sus habilidades como supervivientes, ya que el premio no sería igual para todos.
Un delicioso trozo de tortilla les esperaba en lo alto de la cima. La porción más grande sería para el habitante de Playa Pelícano mejor valorado y el más pequeño para el que recibiera las peores críticas.
Yaiza, Bosco y Diego Pérez estaban decididos a otorgar a Adara el trozo más pequeño. Sin embargo, ella se negó, y al no llegar a un acuerdo, ninguno de ellos pudo comer. La exconcursante de ‘Secret Story’ rompió a llorar amargamente por la decisión de sus compañeros.
A la mañana siguiente, el Pirata Morgan dio a los supervivientes otra oportunidad para subir a su Atalaya, dejándoles claro, que deberían ponerse de acuerdo. Enfadada, Yaiza montó en cólera y se negó a subir. “Yo no le como el culo a nadie”, aseguraba. “Esto debía haberse debatido ayer”. Una vez en la cima, Adara volvía a escuchar que ella se merecía el trozo más pequeño. Entre lágrimas, la concursante se resignaba a aceptar lo que había decidido el resto: