El ‘puente de las emociones’ regresaba a ‘Supervivientes’. Kiko Matamoros se convertía en el primer concursante de la noche en enfrentarse a su propia verdad. El colaborador decidía abrirse en directo y desahogarse peldaño a peldaño.
Vergüenza, decepción, culpa, perdón y muerte. Kiko aceptaba el reto y anunciaba lo que iba a ocurrir a partir de ese momento: “En mi vida hay cosas que se conocen, muchas, y otras que no. Creo que es un compromiso con los espectadores: ser honesto y decirles cómo soy y quién es Kiko Matamoros”.
El primer escalón contenía la palabra ‘vergüenza’. Kiko hablaba de las muchas caras que puede tener esta palabra, pero se decantaba por algo que le pesa especialmente: “Hay algo que me avergüenza en mi vida, en mi trayectoria, que es mi papel de padre. Creo que no he sabido estar a la altura de lo que mis hijos se hubieran merecido”, comenzaba.
Ha sido entonces cuando, visiblemente emocionado, se ha lanzado a hacer una apreciación sobre el paso del tiempo: “La vida pasa. El tiempo no es recuperable. De repente te das cuenta de que ni tus hijos han disfrutado suficientemente de ti, ni tú de ellos. Es un gravísimo error que he cometido que creo que no tiene reparación. Espero que las cosas se puedan edulcorar y que cuando no esté, que no creo que sea muy tarde, mis hijos no tengan el peor recuerdo de mí que podrían haber tenido”.
Matamoros daba un paso al frente y ocupaba el siguiente peldaño: la decepción. Lejos de mostrarse decepcionado con alguien que haya formado parte de su vida, ha optado por hacer autocrítica. “En muchos sentidos me puedo sentir decepcionado conmigo mismo. He desbaratado muchas cosas de mi vida, he tirado dinero, otro me lo han quitado...".
"He defraudado unas capacidades que tengo intelectuales porque he elegido un tipo de vida más fácil, ser un monigote televisivo, supongo que eso no era lo que mis padres querían de mí”. No obstante, el concursante ha desvelado que su tío, que nunca veía la televisión, lo hizo en sus últimos dos años de vida cuando aparecía él: “Uno hace de payaso y parece que puede alegrar la vida de los demás y ese es el consuelo”.
Tocaba hacer frente a la culpa. El colaborador avisaba de que lo que iba a contar no iba a ser fácil y pedía perdón a sus hermanos de manera anticipada: “Mi madre falleció víctima de una metástasis pero tenía una demencia. Descuidé mucho a mi madre porque fui muy cobarde. La he querido muchísimo, es la persona que más he querido”, decía. “Mi madre me ha seguido hablando y entiendo que me ha perdonado”, confesaba antes de aclarar que él no ha hecho lo mismo consigo mismo.
“Me daba mucha pena verla y no tuve cojo*** para asistirla el último año y medio de su vida, espaciaba mucho las visitas. El día que falleció, hablándole al odio, vi como mi madre rompió a llorar. Entendí que había cosas que le tenia que haber dicho ese año y medio que no le dije y no me lo perdono. No fui capaz ni de esparcir sus cenizas, fueron mis hermanos. Es un episodio que me atormenta y vive conmigo. Fui un cobarde y un miserable. No me lo perdono”.
Alcanzado el escalón del perdón, el superviviente ha aprovechado para mencionar a alguien que ya tampoco está con él: su padre. “He aprendido a quererle cuando ya no ha estado. Creo que hay que ser fundamentalmente agradecido y justo. Le agradezco muchísimo que me diera la vida y todos los esfuerzos que hizo por nosotros”.
A lo largo de su trayectoria, Kiko ha relatado varios episodios sobre él “que eran ciertos”, pero que “debería haberse ahorrado”: “Se equivocó mucho, pero yo he sido peor padre que él. Le quiero pedir perdón a mi padre públicamente y a mis hermanos, porque sé que les hizo daño. Le mando un beso enorme a él, a mis hermanos y a mi madre”.
Por último, y antes de alcanzar la plataforma en la que se encontraba Lara Álvarez, Kiko hacía frente a una última palabra: ‘muerte’. El superviviente se sinceraba plenamente y confesaba ante todos su problema con las drogas.
“He jugado con la muerte, he entendido la vida como una aventura. He jugado al límite, la gente sabe que he sido 50 años adicto a una sustancia, a la cocaína concretamente. Quiero que la gente sepa que estoy en fase de recuperación. La inicié un mes y medio antes de venir al concurso. Tenía la mucosa casi necrosada. La droga es posible que no mate tan violentamente como se dice, pero mata, hace mucho daño”.
Después de desahogarse, el colaborador ha aprovechado para contar orgulloso los avances que ha notado hasta el momento: “Ya ni ronco, puedo respirar, he recuperado el tejido mucoso, no me entraba el aire por la nariz… Un desastre. Sé que no me queda mucha vida, pero la que me queda de aquí en adelante sí sé con quién quiero vivirla y cómo quiero vivirla. Con mis hijos, mis nietos y mi pareja, a la que adoro. Ojalá pudiera tener más descendencia”.
Después de completar todos los escalones, el colaborador alcanzaba la plataforma en la que se encontraba Lara Álvarez, que le recibía con un sincero abrazo. Pero había algo más, varios pergaminos le estaban esperando. No contenían otra cosa que pudiera ser más oportuna en esos momentos.
Tras haber confesado sentirse avergonzado por su papel como padre, recibía los mensajes de cuatro de sus hijos. Uno a uno, Kiko leía emocionado cada uno de los pergaminos y, posteriormente, les dedicaba unas sentidas palabras a todos ellos.
Después de haber leído los cuatro pergaminos que habían llegado a Honduras, la presentadora le ha preguntado si echaba en falta un quinto y le daba la oportunidad de mandarle un mensaje si así lo consideraba. Ha sido entonces cuando el superviviente ha aprovechado para dedicarle unas palabras a su hija Ana: "Lo único que espero es que mi hija sea feliz, que sepa que para quererla no tengo que tenerla al lado. No la olvido, forma parte de mi vida y yo de la suya. La llevo en el corazón".
Kiko Matamoros ya habló de la relación con su padre en ‘La Caja Deluxe’ en el año 2011 y se abrió como nunca antes. Habló de las “carencias afectivas” que tuvo de pequeño y del refugio que fue su madre para él.