Eurico Campano, asesor político y experto en comunicación, ha analizado la comunicación de Rocío Carrasco durante su entrevista en plató mucho más allá de las palabras. Eurico le daría un nueve y es que, si se pedía a Rocío que empatizara, cree que lo hizo en apenas segundos, nada más entrar, emocionándose incluso antes de sentarse para conceder la entrevista.
“Con esa entrada antes de sentarse ya se había metido en el bolsillo a millones de personas que estaban viéndola y que no necesariamente tenían que empatizar con ella”, aseguraba Eurico.
Además, añadía que tuvo gestos que no se pueden ensayar y que no los dominan ni los actores experimentados: los ojos vidriosos casi permanentemente, al borde de las lágrimas.
Otro gesto involuntario es el fruncimiento de la boca, muy habitual en Rocío y poco recomendado dado que denota “cierta pérdida del control del actor, en su caso es presa de la emoción porque eso va sumado a un hundimiento de pómulos”.
“No hay nada impostado”, insistía el experto: “Es muy natural, no utiliza subterfugios”.
Pero no solo se habla con las palabras y los gestos, también con el aspecto y cree que Rocío acertó con el color. Para este tipo de ocasiones no son recomendables los colores tenues, es mejor utilizar un color potente como el azul elegido por Rocío.