El episodio número 12 del documental de Rocío Carrasco, en el que la protagonista pronunció por primera vez el nombre de Antonio David Flores, fue el colofón de un programa que ha supuesto una antes y un después en la historia de la televisión. La hija de Rocío Jurado terminó diciendo que ya no tiene miedo y que es el momento de dejar de sobrevivir, para empezar a vivir y a disfrutar de toda la vida que le queda por delante.
En el desenlace (aunque todavía queda mucho programa por delante), Rocío Carrasco explicó porque no atendió a las súplicas que su hija, entre lágrimas, le hacía desde la isla de Supervivientes en el año 2020, en plena pandemia: porque no se la creía. Porque se preguntaba por qué le felicitaba el cumpleaños en la televisión, “cuando no lo había hecho en 8 años”: “Puedo decir que algún año no me felicitó ni estando en mi casa”, dijo, con total desconfianza.
Precisamente, esta “distancia” con la que Rocío Carrasco responde al llanto de su hija –ella cree que Rocío fue a la isla con un "guión aprendido" y dictado por su padre “para ganarse el favor de la gente”- la que María Patiño todavía no acaba de entender.
“Creo que Rocío se quedó en el día de julio en el que su hija le dio la paliza en Valdelagua. Estando en la isla aislada en el padre y todo el que va a la isla dice que valora lo que no valoraba, me cuesta trabajo entender que esas lágrimas de Rocío Flores fuesen falsas”, ha dicho la colaboradora, que creyó en las palabras de la joven porque estaba "alejada de su padre". "Cuando te vas a un reality tampoco te hacen una lobotomía", le ha replicado Kiko Hernández.