Anabel Pantoja se despertaba bien tempranito en casa de su madre en Sevilla, en la habitación de su infancia, y recibía instrucciones: a las nueve tenía que estar arreglada y en la puerta. Obediente como siempre pero quejándose por el madrugón, Anabel iba camino de algún lugar junto a su madre, que le tapaba los ojos y la metía un autobús donde la esperaban todos...
Anabel gritaba viendo a todos sus amigos dentro del vehículo que les dio un largo paseo no por la playa, sino por la misma orilla. Entre ellos estaban su prima, Isa Pantoja, y su amiga Raquel Bollo.
Ya dentro empezaba la fiesta repartiendo rebujito para todos, brindando y cantando mientras Anabel posaba orgullosa con su banda de soltera y su velo de novia. Pero aún quedaba más, sus amigos la subieron a un barco que la llevó hasta Sanlúcar donde comieron en un sitio muy especial.
A solas, disfrutaron no solo de la fiesta, también de la música de Amparo Lagares, El Marchena y El Cortijo, dejándonos momentazos de baile, globos en forma de anillos y risas.
Y, ya de vuelta, Anabel y sus amigos se subían de nuevo en el barco mientras cantaban “agradecida y emocionada”.
Un día tan intenso que Anabel acabó así: