Rocío Carrasco narra en el nuevo episodio de su serie documental el inicio de los problemas con su hija, Rocío Flores, y da detalles de episodios en los que interviene Olga Moreno, actual mujer de Antonio David Flores. La primera de ellas, una anécdota que, sin embargo, para ella es la "muestra" de lo que estaba viviendo: “Esa que ahora va de madre coraje y dice que no atiendo a los niños, miente".
Poco a poco, la mala relación madre e hija se agravó hasta el punto de que Rocío sentía miedo antes de que sus hijos regresaran los lunes tras 15 días con su padre: “Me daban ataques de pánico, de angustia…”
En aquel momento, su hija tenía 13 o 14 años y cierto día llegó con varios collares de cuero con colgantes, a ella le dio miedo que se enganchara jugando y le pidió que se los quitara. Rocío accedió, pero después de otras dos semanas con su padre, volvió con los collares: “Lo primero que me dijo es ‘me ha dicho Olga que qué mala madre eres, que no me dejas ponerme collares”.
Para Rocío esto es una “muestra” de lo que vivía. Y no era el único detalle, Rocío también quería vestirse con ropa que no pertenecía a su edad, no le dejaba ponérsela, pero la llevaba puesta cada vez que regresaba a casa de estar con su padre: “Me decía me lo ha comprado Olga. Es una situación en la que ves que por mucho que luches llevas las de perder”.
Pero los problemas iban mucho más allá y es que culpaba a Rocío Carrasco de lo que le pasaba a su suhijo menor: “Ya le habían dicho que estaba enfermo por mi culpa, porque yo bebía y fumaba durante el embarazo ¿Cómo se puede vivir ante eso? Partiéndote el alma en dos”.
Ella solo le decía a su hija que eso no era así, que lo entendería cuando fuera mayor, pero cuando Rocío la veía llorando, le decía: “Ya me advertía mi padre ‘se va a hacer la víctima y va a llorar”.
Rocío miraba a su hija y no podía creérselo: “Era como Jekyll y Mister Hyde, era una belleza rubia con ojos azules y maravillosos y de repente esa cara de ángel se transformaba en un demonio”. Por eso, asegura que vivía el día “aterrorizada” porque no tenía “otra forma” de vivirlo.
En las navidades del año 2010, los niños pasaron la Navidad con su padre. Rocío esperaba una llamada que no llegó, no le cogieron el teléfono los sucesivos días y fue el día 29 cuando su hija, tras atender su llamada, le dijo que David llevaba días ingresado en el hospital con neumonía.
Tras hablar con el médico, que le dijo que tenía que permanecer ingresado, se fueron a Málaga y llegaron al hospital a la una de madrugada, pero en la escena presenció una escena dantesca: “Llego y veo a un niño tumbado en una cama de un hospital lleno de sueros y a una tía igual que yo metida en la cama con el niño, era Olga”.
Según su relato, Olga se deshizo en besos con ellos, pero David le dijo algo nada más verle: “Yo sabía que tú venías, le dice ‘¿Ves Olga como mi madre sí venía que me habíais dicho que mi madre no iba a venir? Yo sabía que tú venías, mami’. Se me saltaron las lágrimas, me dieron ganas de estrujarle la cabeza a alguien”.
“La actitud de toda esa familia es maravillosa durante toda nuestra estancia, su mujer esperaba dos segundos para salirse a fumar un cigarro con nosotros ¿eh?”, decía Rocío y se quejaba: “Esa que ahora va de madre coraje y dice que no atiendo a los niños, eso es mentira, la actitud en el ‘Sálvame Deluxe’, en ‘Semana’ y en ‘Lecturas’... de frente ni una tiene una cosa ni el otro tiene huevos”.
Rocío perdía la paciencia viendo cómo Olga contaba ese episodio en el ‘Deluxe’. Con sus palabras, dio a entender que no quería ir, que tardó cinco días en ir aunque la avisaron, que no quiso quedarse la primera noche en el hospital y que fue ella quien acompañó al niño a una prueba, no su madre.
“Es esta la que está aquí la que, por no hacerle de menos a ella delante de nadie, le digo enano que vaya Olga, que mamá va a aprovechar a comer algo”, respondía Rocío, que además, demostraba que estuvo allí desde que la avisaron hasta el siete de enero.