Rocío Carrasco ya no tenía dudas. El que todavía era su marido, Antonio David Flores, tenía una amante, una chica llamada Sonsoles con la que ella ya le había pillado en otras ocasiones. Sin embargo, no fue consciente de la intensidad de la relación que mantenían hasta que llegó a casa una factura de teléfono con decenas de llamadas a un número por valor de 263.000 pesetas (1.580 euros).
Rocío Carrasco se armó de valor y le pidió explicaciones a Antonio David, quien negó en todo momento que fuese cierto: "Él me decía una y otra vez que eran cosas mías, que estaba loca, que eran mis hormonas del embarazo y que estaba loca, que iba a malparir a mi hijo".
En ese momento, Rocío Carrasco se armó de valor y cogió un teléfono para llamar a Sonsoles, la mujer que se veía con su marido: "Marqué el número y lo cogió una mujer, imagino que sería la madre de Sonsoles, le dije 'Soy Rocío Carrasco, la mujer del novio de su hija, solo llamo para decirle que vayan preparando una habitación para mi marido porque se va a ir para allá".
Con estas palabras Rocío hizo saber a su marido y a Sonsoles que sabía lo que estaba ocurriendo y que no lo iba a seguir permitiendo. Sin embargo, y pese al dolor que sentía por la traición, Rocío aún no estaba preparada para dejar a Antonio David: "No quería que naciese mi hijo sin estar su padre".