'Se nos rompió el amor' es el nombre del segundo episodio de 'Rocío, contar la verdad para seguir viva'. En él, Rocío Carrasco relata los durísimos momentos que vivió junto a Antonio David Flores y que le hicieron tomar la decisión más importante de su vida: separarse del padre de sus dos hijos.
Este segundo episodio comienza en 1996, el año en el que decide casarse con el exguardia civil y se queda embarazada de su primera hija, Rocío Flores. Lo que parecía una relación idílica tal y como nos hacían creer a través de las exclusivas en la revistas, era en realidad un infierno para la hija de Rocío Jurado.
Rocío ha relatado el día en el que se decidió a hacerse una prueba de embarazo: "Yo era muy regular y tenía una falta, dentro de mí sabía que estaba embarazada (…) Cuando vi el resultado, con 18 años, fue uno de los días más felices de mi vida, iba a cumplir uno de mis sueños que era tener un hijo, algo que para mí era lo más importante y lo más grande que me podía pasar".
Rocío ha explicado que Antonio David estaba en casa, colocando unas cenefas decorativas en la casa que acababan de alquilar. Cuando se lo dijo, fue tal el impacto para el exguardia civil que se cayó al suelo: "Me dijo que eso no podía ser, él sabía cómo era yo, que yo tenía una gran rebeldía y que si me decía que no lo tuviéramos yo iba a hacer todo lo contrario (…) Él no quería ir a casa de mis padres a contárselo, decía que mi padre lo iba a matar, tampoco quería contárselo a su padre, tenía miedo, yo le dije que no se preocupara, que yo podía ir sola (…) La persona que yo más de confianza tenía era mi amiga Cristina Cárdenas y confié en ella para que llevara mi sangre a una farmacia para que lo analizaran, allí salió que sí y ella lo que hizo fue a vendérselo a una revista".
Rocío se armó de valor y, antes de que saliera la información en la revista, fue a Málaga a contárselo a sus suegros y también a Murcia, para decírselo a su madre: "Ella estaba en un camerino y en cuanto me vio supo que yo estaba embarazada, me dijo 'A su casa viene".
Sin embargo, Pedro Carrasco, el padre de Rocío, no se lo tomó tan bien: "Yo apenas tenía relación con él, cuando llegué a verle me dio dos besos muy secos, me senté en el sofá de la salita con él y se lo dije (…) De lo que le entró por el cuerpo me dio un bofetón que la cabeza me dio vueltas y me dijo 'Te avisé, que te iba a arruinar la vida". Tras el bofetón, Pedro le dio un abrazo a su hija y le dijo que había sido tonta por dejar que Antonio David "consiguiese lo que quería".
Rocío ha rememorado amargamente el momento en el que se enteró de que su amiga Cristina Cárdenas había vendido su intimidad: "Antonio David eso también lo usó para decirme que solo podía confiar en él, que no tenía a nadie más".
Rocío ha recordado un momento concreto en el que, semanas después de enterarse de que estaba embarazada, tuvo una comida familiar con los padres de Antonio David. Cuando le preguntaron por el posible nombre que le pondrían al bebé, Rocío les dijo que si era niña se llamaría Rocío, y que si era niño se llamaría Pedro Juan, Pedro por el padre de Rocío, Juan por el padre de Antonio David. Lo que vino a continuación por parte de la madre de Antonio David Flores es algo que aún hoy recuerda con dolor:
"O Juan Pedro, porque el niño te lo ha hecho mi hijo, no te lo has hecho tú con un dedo, yo empecé a llorar de la vergüenza que sentí, esas palabras viniendo de la madre del padre de mi hijo (…) Él, en lugar de defenderme, me empezó a gritar y decirme que si era tonta por proponer primero el nombre de mi padre al suyo".
Tras el anuncio de su embarazo, Rocío y Antonio David, casi sin darse cuenta, se vieron abocados a una boda en la que ninguno de los dos participó y que costó 35 millones de pesetas: "Nadie nos dijo que teníamos que casarnos, pero se daba por entendido (…) Ni él ni yo participamos en nada de la boda, todo lo organizó mi familia, yo no pude decidir ni el escote del vestido que iba a llevar en mi boda".