El 13 de octubre de 2005 tuvo lugar la final del primer 'Operación Triunfo' de Telecinco. Recordada como la edición de Edurne y Soraya (y también la de Idaira), la victoria del concurso de talento musical recayó en un jovencito canario que tenía tan solo 19 años: Sergio Rivero. Casi dos décadas después aquel cantante de rostro aniñado sigue en el mundo de la música como cantante, pero también ejerciendo de compositor para otros artistas como Blas Cantó.
Siete millones de espectadores vieron entonces su victoria que se materializó en dos álbumes editados por una discográfica multinacional. No contento con toda la formación adquirida en la célebre academia televisiva, Rivero hizo las maletas y se marchó a Los Angeles, donde ingresó en 2007 en el Musicians Institute, donde perfeccionó sus conocimientos de piano e impulsó su incursión en la composición. Aquel mismo año fue también elegido para interpretar ‘Getsemaní’ en una reedición de las canciones de Jesucristo Superstar en la que también participó Malú.
Sin embargo, el camino que la industria tenía trazado para él no era de su agrado y, según cuenta, decidió romper con todo para empezar desde cero una carrera como artista independiente: “Decidí deshacerme de expectativas, cogí un local de ensayo en Las Palmas y empecé a hacer canciones yo solo”, contaba a la revista 'Shangay' hace unos años. Para poder sufragar aquellos gastos y gestionarse la carrera, además de montar un crowfounding, pasó una temporada como cantante en un hotel.
Su aparición en aquella publicación levantó interés entre sus seguidores por si en la entrevista iba a abordar algún aspecto de su vida sentimental. Sin embargo no fue así y Sergio se muestra tremendamente discreto a la hora de hablar de asuntos que no tengan relación con la música. “Estoy en mi mejor época, sé quién soy y lo que quiero contar”, se limitó a declarar.