Paz Padilla está atravesando uno de los momentos más duros de su vida. Su marido, Antonio Juan Vidal, ha fallecido este sábado a los 53 años tras haber estado varios meses luchando contra una enfermedad que no ha logrado superar. Una desoladora noticia para la humorista, que ha tenido que decirle adiós al gran amor de su vida tan solo cinco meses después de la muerte de su madre, Dolores Díaz.
A pesar de haber estado junto a una de las humoristas más conocidas del país, Antonio siempre había sido mucho más discreto y habría preferido mantener, en todo momento, su vida privada en un segundo plano, careciendo incluso de alguna de las redes sociales de las que tanto es fan la presentadora. Nacido en Cádiz y con estudios de abogado, en los últimos años ejercía como funcionario en la Junta de Andalucía, motivo por el cual el matrimonio habría tenido que vivir su amor desde la distancia: él viviendo en Sevilla y Paz en Madrid. Sin embargo, cuando sus respectivos trabajos lo permitían, ambos no dudaban en viajar para estar junto al otro. "Cada vez que me despido tengo miedo de no volverle a ver. Pero para él su hija es su vida, y yo quiero que esté con ella", reconocía en el plató de 'Sálvame'.
La historia de amor entre Paz Padilla y Antonio Vidal ha sido digna de película. La pareja empezaba su relación en Cádiz cuando ambos eran tan solo unos adolescentes – ella con 14 años y el con 17 –, sin embargo sus caminos se tuvieron que separar cuando la humorista se trasladaba a la capital para hacer despegar su larga carrera profesional, dejando atrás los 14 años de relación que llevaban como novios.
A partir de entonces ambos seguían sus vidas por separado. La jurado de 'Got Talent' conocía al padre de su hija, Albert Ferrer, con quien pasó por el altar en 1998, tan solo un año después de que naciera Anna. Una llama que se “apagaría de la noche a la mañana” en 2003, cuando decidieron separarse: "Cuando yo me separé, lo pasé muy mal, no se lo deseo a nadie. Lloraba mañana tarde y noche. Él nunca me vio llorar. Venía a recoger a la niña y yo me pintaba y me ponía muy graciosa, le contaba dos chistecitos y cerraba la puertas y a llorar luego”, explicaba en una entrevista para Bertín, donde confesaba que habría “estado locamente enamorada de ese hombre y que pensaba que nunca volvería a enamorarse”.
Pero el destino le tenía preparada una nueva sorpresa a la cómica. Tras 20 años separados, los caminos de Antonio y Paz se cruzaban de nuevo y la presentadora decidía no separarse nunca más del que había sido su primer amor. “Estuvimos 14 años de novios, pero cuando yo empecé en la tele nos separamos. Él se casa, yo me caso… Estuvimos separados 20 años. Los dos hemos tenido que sufrir para reencontrarnos en el mismo punto”, explicaba en su programa.
La pareja disfrutaba en este reencuentro de todos los años de amor perdido y daban con el tiempo un paso más, poniendo el broche a su relación en una romántica y secreta boda celebrada en Zahara de los Atunes hace cuatro años. Un lugar cargado de encanto y de un gran significado para ambos, que llevaban a cabo el enlace en la playa donde iban juntos cuando eran novios. "Yo no me vuelvo a separar. Me he casado con el hombre de mi vida. Me ha costado volverlo a encontrar 20 años. Para mí lo es todo. Me gusta su olor… Es maravilloso todo, es un tío muy bueno, muy compresivo... Sabía que lo quería, pero no tanto”, reconocía.
Una decisión inesperada para todos, incluidos sus compañeros de trabajo, ya que se rodeaban en el día más especial de su vida únicamente de sus familiares y amigos más cercanos. "Yo quería que todos sintieran esta boda conmigo. Han venido amigos de siempre que siguen estando en mi vida y que tengo muy presentes. No quería que nadie se parara, quería que fuera una fiesta para todos", recordaba en Sálvame.
Pero este 'sí, quiero' no les pilló de nuevas a los novios. Tan solo 4 meses antes, Padilla viajaba de vacaciones a la India y pactaba con un gurú una ceremonia allí a espaldas del abogado, que se enteraba de lo que estaba ocurriendo la noche antes del evento. La presentadora recordaba que el novio había aceptado la proposición con una única condición: llevar a cabo otra al regresar a España, donde pudieran estar presentes todos sus seres queridos. Un improvisado y exótico enlace que tuvo su guiño en la segunda boda, cuando sus 40 invitados saltaban a bailar una coreografía hindú en el banquete.
La pérdida de Antonio también habría sido un duro varapalo para su hija Anna, con quien tenía una magnífica relación. La joven compartía numerosos planes con el matrimonio: organizando unas vacaciones familiares junto a ellos a Myanmar o disfrutando del sol de las playas de Zahara, entre otros. Junto a la hija del gaditano, Paz había formado la familia con la que tanto habría soñado, y en la que estaría apoyándose en estos momentos tan dolorosos.