Detrás de su imponente presencia y de muchas corazas que lleva, Kiko Matamoros esconde mucho más de lo que demuestra. En 'Sálvame' es de los que atiza con su ironía y humor mordaz. Rara vez se muerde la lengua a la hora de opinar. Sin embargo, detrás de esa fachada dura, el colaborador tiene un pasado muy difícil que ha tratado de ocultar. Una dura infancia marcada por la violencia y los abusos sexuales que ha confesado ahora por primera vez.
Lo ha hecho en el podcast 'Lo que tú digas' presentado por Álex Fidalgo. Con confianza como si estuviera hablando en su círculo más cercano, Kiko Matamoros ha dado un duro testimonio de lo que ha sido una infancia marcada por la violencia dentro y fuera de su casa. Poco dado a demostrar debilidad y sus sentimientos tan abiertamente, el colaborador de 'Sálvame' se ha rendido ante esta entrevista y ha ofrecido detalles muy traumáticos que le ocurrieron cuando era solo un niño.
En su confesión ha dejado claro que se hizo fuerte a base de golpes: "A mí en mi casa y en el colegio me daban unas somantas de palos increíbles. Algunas salvajes", ha dicho y, tras esto, ha puntualizado algunos de esos episodios que terminaron con él sangrando por la nariz después de un puñetazo de su padre u otra vez en la que en una de estas peleas terminó dándose fuertemente contra la pared.
En este alarde de sinceridad, el colaborador de 'Sálvame' se ha enfrentado en público a algunos de los terribles pensamientos que tenía en aquella época: "Pensaba a ver si me muero ya", ha desvelado y no solo se debía esta situación al infierno que vivía en casa, sino que la pesadilla de la violencia continuaba también fuera de esta, en el mismo colegio según él mismo ha relatado.
"Con 7 años viví acoso sexual en el colegio. Muchos de mis compañeros sufrieron abusos sexuales por parte de los religiosos". De hecho, ha tratado de no eludir demasiado rápido este tema tan espinoso y ha aportado algún dato más concreto a su entrevistador: "En aquella época los abusos sexuales estaban a la orden del día" y ha recordado que, al menos diez de sus compañeros, lo padecieron.
Al haber vivido una infancia marcada por la violencia y la dureza, Kiko Matamoros ha confesado que para los suyos no quería que se repitiese esa experiencia. El patrón de la violencia se ha asegurado de que no se repitiese en sus descendientes, aunque sí que ha tenido sus conflictos familiares: "He sido muy liberal con mis hijos, nunca les he puesto la mano encima", ha admitido, así como que ha aprendido a vivir sin su hermano, Coto.
Lejos de quedarse anclado en el pasado, Kiko Matamoros no se ha mostrado vulnerable. De su pasado más difícil ha aprendido y ha tratado de que aquello no se repitiese en la familia que él ha formado. En la actualidad es un padre orgulloso y un abuelo entregado. Para él, pese a haber pasado épocas complicadas, los suyos representan su todo y el hecho de estar distanciada de su hija pequeña, Anita Matamoros, es algo que le pesa y lo que desearía que cambiase en un futuro no muy lejano.