El Día de la Mujer, por Isabel Rábago: 'No soy feminista, soy femenina y me gusta ser mujer'
El Día de la Mujer, por Isabel Rábago: "Yo no puedo ser feminista. No me dejan ser feminista"
"En España a las mujeres de derechas se nos excluye del movimiento feminista"
"No recibí el aliento del que se suponía, mi partido. Sí lo recibí de otros"
Hace un año, un 4 de marzo, me hice una foto en los pasillos de Mediaset. Me apoyé en el quicio de la puerta. Llevaba unos tacones rojos, una falda estrecha, de esas que se ajustan a mi silueta, y sonreí. La foto me gustó y decidí subirla a mis redes con una frase: “No soy feminista, soy femenina y me gusta ser mujer. La mujer que yo quiero ser, no la que quieren que sea”. La colgué y me olvidé.
A las pocas horas y sin ser yo consciente de nada, estalló el escarnio tuitero, el señalamiento, la sangría, los insultos, las agresiones verbales, las descalificaciones… Y dolió, no tengo pudor alguno en decirlo. Me dolió porque los ataques, las burlas, los menosprecios más duros que recibí, llevaban la firma precisamente de otras mujeres.
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A algunas sí contesté, pero decidí hacer lo que hago siempre cuando soy protagonista involuntaria de estas polémicas, me suelo aislar de las redes y no quiero saber nada, ni leer nada de lo que se pueda estar diciendo sobre mí.
Pero ocurrió que todo eso, trascendió a los medios y a la mañana siguiente me desperté con mi nombre ocupando titulares, tertulias y programas de televisión en los que precisamente mujeres, desde el más absoluto desdén me explicaban qué era eso de ser feminista y el feminismo, como si yo no lo supiera…
He de decir que en esos momentos tenía el cargo de Secretaria de Comunicación del PP de Madrid, siempre he sido muy consciente de que, si yo no estuviese vinculada a un partido político de derechas, la letra escarlata que se me otorgó, nunca se hubiese manifestado con semejante virulencia. Por cierto, no recibí el aliento del que se suponía, mi partido. Sí lo recibí de otros. Y eso comenzó a abrirme los ojos.
No recibí el aliento del que se suponía, mi partido. Sí lo recibí de otros
Ser protagonista de polémicas así, me hace muy pequeñita. Lo gestiono o lo intento gestionar siempre desde el silencio. Prefiero comérmelo y con esa decepción e impotencia, construyo una nueva capa a esa coraza, de la que me he ido cubriendo a lo largo de estos años de proyección pública, para que los palos, cuando te los dan, duelan menos.
Sólo rompí mi silencio cuando mi programa “Ya es mediodía” me dijo que si yo quería tendría mi tiempo y espacio para contar qué había pasado y el por qué. Acepté, lo hice bajo el paraguas de mi productora y de esas personas que me conocen desde hace tantos años, que supieron desde el primer momento, qué quise decir.
Hoy, 6 de marzo de 2020, me he querido preguntar antes de comenzar este artículo si volvería a poner ese tuit y he llegado a la conclusión de que sí, volvería a escribirlo. Y quizás hoy tenga muchos más motivos para ello.
Hoy en esta España mal llamada progresista a mí y a las mujeres que, como yo, nos declaramos abiertamente de derechas o centro derecha, se nos excluye del movimiento feminista. Un movimiento que debería ser de todas, que no debería ser el coto privado de los partidos de izquierdas. Un movimiento trasversal cómo es el feminismo está muy por encima de ideologías políticas. Pero hoy en día, las izquierdas y las extremas izquierdas lo manosean para su proyección, su lucimiento o como arma arrojadiza contra las mujeres que no queremos que la defensa de la mujer esté bajo el yugo de sus partidos.
Sí, esa es la realidad que vivo y como yo, millones de mujeres que no votamos a las izquierdas o extremas-izquierdas. A nosotras se nos excluye. No se nos permite ser feminista. Y, ¿quién lo hace? ¿Los machos-alfa? ¿El heteropatriarcado? No, lo hacen las propias mujeres. Lo hace Beatriz Gimeno, directora del Instituto de la Mujer, cuando afirma que “no se puede ser feminista y de derechas” o lo hace la vicepresidenta, Carmen Calvo: “¿El feminismo es de todas? No, bonita, nos lo hemos currado en la genealogía del pensamiento progresista, del pensamiento socialista".
En España a las mujeres de derechas se nos excluye del movimiento feminista
Ellas y otras recién llegadas son las que reparten el carné que te permite bajar a manifestarte o no, según sea tu ideología política. Esas manifestaciones que se utilizan como arma política y en las que ministras y 'mujeres de…' gritan eso de «Feminismo liberal, ridículo total». Si eres de derechas no puedes ponerte detrás de su misma pancarta. No puedes compartir espacio con ellas. Hay derecho de admisión.
Porque este feminismo que nos quieren imponer, parece que consiste en señalar, criminalizar, a los hombres por el mero hecho de serlo.Se dictan sentencias populares, sin juicio alguno, sin el respeto a la presunción de inocencia. Se señala a los jueces si no redactan al gusto de grupos feministas politizados. Se ha elevado a dogma de fe la palabra de una mujer por el simple mero hecho de serlo. Se pone en evidencia el trabajo de las fuerzas de seguridad del Estado cuando toda una ministra se atreve, a decir públicamente, que la Policía te pregunta si llevabas minifalda cuando estás denunciando una agresión sexual.
Se exige por Ley dar subvenciones, ayudas, se bajan las notas de acceso a determinadas carreras en la Universidad, por ser mujer. Se colocan a mujeres en puestos de responsabilidad, sin tener en cuenta su preparación o su capacidad, simplemente para la foto o para cubrir cuotas. Eso no es el feminismo. Yo no quiero ser tratada diferente, ni que se den privilegios por el simple hecho de ser mujer. Porque a pesar del discurso tremendista, los derechos de las mujeres están protegidos en la Constitución Española, en las leyes, en los estatutos de los trabajadores.
Yo no quiero ser tratada diferente, ni que se den privilegios por el simple hecho de ser mujer
Por este y muchos motivos volvería a escribir ese tuit: “No soy feminista, soy femenina y me gusta ser mujer. La mujer que yo quiero ser, no la que quieren que sea”. Yo no puedo ser feminista. No me dejan ser feminista. Ni tampoco quiero participar de ese feminismo radicalizado. No quiero que se me trate diferente, por ser mujer. No iré a la manifestación del domingo. No participaré en una manifestación que me excluye por mi ideología y que me impone una etiqueta. Y yo quiero ser mujer, sin etiquetas.
Y sí hermanas, defiendo a las mujeres. No necesito ponerme detrás de vuestra pancarta, ni enseñar mi carné político para darles voz a muchas. Como es el caso de los menores tuteladas de Baleares que fueron sometidas a todo tipo de abusos. Para condenar y exigir que haya responsabilidades, no miro la ideología del partido que estaba gobernando o si el implicado estaba casado o no, con una política de ideología feminista, progresista. Yo no. Allá la conciencia, si es que la tienen, las que callan y miran para otro lado, simplemente porque no pueden sacar rédito propagandístico a la enorme tragedia que han vivido esos menores. Menores a los que nadie protegió.
Yo no puedo ser feminista. No me dejan ser feminista. Ni tampoco quiero participar de ese feminismo radicalizado
Sí, me gusta ser mujer. Me han educado en la igualdad con el hombre. Me han educado en la libertad. Tengo los mismos derechos, libertades, oportunidades, obligaciones que un hombre. No estoy sometida, ni oprimida. Jamás he conseguido nada por ser la mujer de nadie. Jamás he permitido que un hombre me diga lo que debo hacer, pensar, decidir. No voy a permitir ahora que me lo imponga otra mujer.