El regreso de Rocío Carrasco tras sus veinte años de silencio lo ha paralizado todo. Conmocionados por su testimonio, la hija de Rocío Jurado quiere que se la escuche y así es como se ha convertido en un altavoz para muchas otras mujeres. En este camino por comprender mejor su problema y traducir su mensaje, hay otra persona que ha adquirido un gran peso a lo largo de todas estas semanas: Ana Bernal-Triviño y su lucha en prime time para que no falte la información.
La experta en comunicación de violencia de género, profesora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y periodista es la voz no solo que reinterpreta cada palabra y gesto de Rocío Carrasco en el documental, sino que la autora de 'No manipuléis al feminismo' nos está ayudando a comprender situaciones de maltrato más allá de lo físico y la necesidad de sensibilizar, prevenir y de educar en la sociedad. En Outdoor, entrevistamos a Ana Bernal-Triviño para arrojar luz sobre reflexiones muy necesarias en torno a este testimonio.
Pregunta: Estamos viviendo un momento único con el testimonio de Rocío y hablando de violencia de género en televisión, ¿crees que ahora se le está dando una adecuada comunicación?
Respuesta: Creo que hemos llevado a prime time el debate. Ya no es tanto si lo cubrimos bien o mal, es el hecho de que hemos marcado que es un tema de agenda importante que, además es atacado desde el punto de vista político donde hay corrientes negacionistas, que incluso piden la derogación de la ley de Violencia de Género, no guardan minutos de silencio por las víctimas y creo que ha sido una oportunidad que había que aprovechar. El propio documental y programa hacen una labor de contexto imprescindible y que era necesaria. También creo que se ha puesto valor a la necesidad de que haya voces autorizadas y voces expertas para tener un marco de reflexión y de análisis porque por un lado es complicado entender determinadas cosas y por otro se puede tender a banalizar.
Desde la emisión del primer programa las llamadas al 016 aumentaron en marzo un 61 % respecto al mes de febrero. ¿Va a haber un antes y un después de este caso con respecto a la violencia de género?
Sí, yo creo que hay un antes y un después no solo por los datos del 016 que es la parte cuantitativa que nos certifica lo que se está produciendo, sino porque hay un punto de inflexión: se ha ido más allá de la propia violencia física y se está haciendo una reflexión de lo que consiste la violencia psicológica, así como muchos conceptos que estamos tratando a base de píldoras y que son, en definitiva, herramientas. Eso está llegando no solo a las víctimas, sino también a la sociedad. Yo siempre digo que no todas las mujeres llegan a verse como víctimas leyendo libros feministas o viendo documentales, sin embargo, sí que se han visto fácil como un efecto espejo en la situación que narra Rocío Carrasco y eso es vital para comprender el impacto que tiene la violencia de género.
¿Por qué decidiste colaborar en los debates del documental 'Rocío. Contar la verdad para seguir viva'?
Decidí colaborar porque primero consideré que la violencia de género se estaba olvidando un poco de la propia agenda nuestra por otro tipo de debates. También por las compañeras que están dentro de Mediaset, entre ellas, la directora del documental, que se esfuerzan por convencer de que hace falta una perspectiva de género dentro de la programación y, sobre todo, porque necesitamos espacios para llegar a una mayoría, provocar reflexiones e intentar salvar mujeres. Eso es lo que yo siempre he tratado de hacer en mis reportajes. Los hacía pensando que aquello que leyeran les podría ayudar a identificarse, reaccionar y dar ese primer paso para salvarse. Normalmente una mujer víctima de violencia no va a terminar yendo a una conferencia. Es muy complicado que dé ese paso. En cambio, aquí estamos entrando por un medio de comunicación que es muy potente, que tiene muchísima audiencia, que estamos en prime time y habrá mujeres en pueblos, aisladas a las que les está llegando ese mensaje a través de la televisión. A lo mejor no ven el tuit que yo subo, pero sí están viviendo y sintiendo las palabras de Rocío Carrasco.
¿Pudiste antes de decidirte, ver algo del documental? ¿Tenías una opinión formulada acerca del caso de Rocío Carrasco?
Te diré que justamente el primer día que se emitió el documental no pude verlo porque estaba trabajando en la universidad. Hasta ese momento no tenía ninguna opinión sobre el caso de Rocío Carrasco, salvo lo que ha llegado durante veinte años. ¿Y eso qué es? Pues la versión de que ella se había alejado de sus hijos, que era la que corría mediáticamente. Y, por supuesto, que cuando vi el episodio cero me recordó a otras víctimas que ya había escuchado y en ese relato se justificaba todo. Si había algo que motivaba ese comportamiento de Rocío Carrasco, el guardar silencio era sin duda un contexto de violencia doméstica y de violencia de género. Ahí lo entendí todo.
Con todo el impacto que esto está produciendo en la sociedad. ¿Cómo te está afectando a ti en tu día a día?
El mayor cambio es que se ha amplificado el mensaje y me escribe gente nueva, gente que antes no me conocía y me cuentan sus casos, etc. Pero en líneas generales lo que pueda sucederme ya, me ha ocurrido antes solo que ahora es multiplicado. Tengo que responder más mensajes y también tengo más ataques negacionistas y de compañeras del movimiento feminista que yo sabía que por estar aquí, no iba a contar con su apoyo. Pero para mí es irrelevante. No actúo en función de lo que vayan a decirme los demás. Sé cuál es mi finalidad y para mí las víctimas son lo primero. Aunque te diré que en el primer episodio del documental cuando estaba en el plató me dio por entrar en Twitter y solo vi muestras de cariño de incluso personajes públicos, por el hecho de que yo estuviera allí. Había tantos que tuve que dejar de mirar el móvil porque me iba a emocionar y no me podía permitir flaquear. No se me olvidarán las personas que en ese instante estuvieron a mi lado y me dijeron que valía la pena dar el paso.
¿En qué momento te diste cuenta de que Rocío Carrasco era una mujer maltratada?
Desde el mismo episodio cero. Es esa forma de cómo cuenta algunos momentos de su vida. Su aislamiento en casa. Eso no se finge. No se puede interpretar. Reconocí en esa mujer, la explicación de otras víctimas cuando recuperan en su mente determinados episodios y la impotencia que eso les genera. Pero además, siempre requiero de informes y ya no es que lo diga yo, es que hay un informe psicosocial del Juzgado de la Violencia sobre la Mujer en la que se reconoce la situación de estrés y ansiedad padecida por Rocío Carrasco durante veinte años de exposición pública y de denigración de la propia identidad en los medios de comunicación por parte de su expareja. No es que yo haga una sentencia. Hay un informe y para mí eso es la Biblia. Esas son las pruebas en las que hay que respaldarse porque luego empiezan los debates y, como también demuestra el caso de Rocío, el machismo de algunas personas es ciego hasta para negar lo evidente.
Hasta ahora de lo que has vivido, ¿qué es lo que te ha resultado más impactante?
La verdad es que no sabría decirte. Para mí el primer día que estuve en el plató fue muy duro y te tengo que confesar que voy sin cenar al programa porque cada noche termino con un nudo en el estómago. Hay momentos muy complicados. A veces tienes ganas de llorar y sabes que no te lo puedes permitir. Pero sí que tengo una imagen en mi cabeza que es la entrada de Rocío Carrasco en el plató para hacer su entrevista en la que demostró que hay que ser muy valiente para dar ese paso. Exponerse ante tanta gente y, además, con la cabeza bien alta porque las mujeres que son víctimas no tienen culpa de nada y no tienen por qué aparecer completamente vapuleadas o sin arreglar. ¿Por qué tenemos que marcar una imagen o un estereotipo sobre la víctima? No es justo cargar eso sobre ellas cuando intentan sobrevivir de la manera que pueden. Eso fue para mí impactante y también otro momento en el que hubo un corte de publicidad y ella se giró muy emocionada y me extendió la mano en señal de agradecimiento. Eso no lo olvidaré.
Cuando estuviste delante de Rocío Carrasco, ¿qué mensaje es el que le quisiste trasladar?
La verdad es que cuando tuve delante a Rocío Carrasco fui a ella y en el momento de la despedida quise trasmitirle un mensaje de fortaleza y de que fuera consciente de la importancia de su testimonio. Ella no quiere ser aquí líder ni representante de las víctimas, pero hay que hacerle partícipe de que muchas mujeres se están identificando con su caso y de que ha abierto conciencia social.
Has hablado en plató de 'luz de gas
A mí me encanta el enfoque que le ha dado la dirección a través de esas píldoras de formación. Considero que es muy importante porque precisamente para reconocer el impacto y todo lo que es violencia de género en sí, hace falta conocerla y la única manera de explicarla es a través de conceptos puntuales, cercanos a la gente que no resulten tediosos y que expliquen cosas que han visto en el documental para entender el alcance que todo eso ha tenido en la vida de esa persona que lo ha sufrido. Lo importante es que me están escribiendo cuerpos y fuerzas del estado, policías locales, ertzainas, mossos, etc. para decirme que están aprendiendo conceptos que en sus cursos de formación no les han sido trasladados. Y creo que eso es síntoma de que estamos consiguiendo cosas. Es un problema social, que se arregla solamente con educación y en el que tenemos que ir todos a una.
En esta postura de colaboradora fija para el debate, ¿qué descubrimientos has hecho?
Yo repito en mi silla, semana tras semana porque lo decide dirección y durante este tiempo estoy aprendiendo no solamente como periodista, sino también como profesora. En ese contexto de aprendizaje está Carlota Corredera a la que yo ya conocía porque la invité a unas jornadas de la Universitat Oberta de Catalunya para que nos hablara de esa capacidad de transformación de un formato como 'Sálvame' de adaptarse en momentos de necesidad social como se había visto con la pandemia. Y también me han sorprendido determinados compañeros de los que tenía algunos prejuicios por su predisposición al cambio. Que a lo mejor en un corte esté hablando yo con Kiko Hernández le diga algo y, en ese momento, nos manden sentar, pero él se quede rumiando y justo tres minutos después hable de ello, pues ese tipo de reflexiones llenan. Son personas que están receptivas para aprender porque no tienen ego, quieren ir realmente más allá y reconocer errores que han cometido. Eso recompensa mucho.