Asraf Beno se quedó a las puertas de convertirse en uno de los tres finalistas de 'Supervivientes 2023', pero eso no ha impedido que el prometido de Isa Pantoja vea el reality como la experiencia más emocionante de su vida y que eche mucho de menos estar en las playas de los hondureños Cayos Cochinos. Así se lo ha confesado a sus seguidores en una ronda de preguntas y respuestas que ha hecho en Instagram, donde también ha revelado qué secuelas le ha dejado su paso por el concurso.
El hermano mayor de Anuar Beno ha explicado que la mayor 'secuela' que le ha dejado el programa es "el aprendizaje" vital que ha logrado gracias a haber vivido "situaciones muy duras" en Honduras. Pero le han quedado otras muchas a nivel físico: "De esas tengo muchísimas: me levanto sin energía, voy al gimnasio y no puedo hacer nada, tengo agujetas si hago un ejercicio, tengo rasguños por toda la piel por los corales, los erizos y los cuchillos... Tengo secuelas por todos lados".
Otra de las cosas negativas que arrastra Asraf es que le cuesta "bastante" dormir en la cama tras haber estado cuatro meses durmiendo en la arena de la playa: "Los primeros días me dolía un montón la espalda y dormía poquísimo porque me sentía muy incómodo". Su malestar es tal que les ha confesado a sus seguidores que duerme muchas noches en el sofá: "Me siento más cómodo en la incomodidad y en la cama he dormido solo dos o tres días".
"La vuelta a la vida normal está siendo un poco trambólica, es un poco shock porque es verdad que se siente uno un poco raro. He estado al final cuatro meses en la isla y hemos sido poquísimos, por lo que se me hace un poco raro y es muy fuerte ir a un centro comercial porque hay muchísima gente", ha añadido Asraf, que le suma a esta lista de 'rarezas' el hecho de tener que conducir de nuevo y ver "a tantos coches" circulando a su alrededor.
"No veo las plantas de la misma manera, lo veo todo a nivel supervivencia. El otro día vi una cucaracha y la cogí, estoy un poco raro, un poco shockeado", ha terminado diciendo el novio de Isa Pi, que no oculta que echa mucho de menos las playas vírgenes de Honduras en las que fue tan feliz durante cuatro meses.