Durante la emisión de la primera edición de 'Gran Hermano' éramos tan vírgenes e inocentes que convertimos en “malvada” de la edición a una joven solo por decirle “jódete” a una compañera. Aquella villana-fake era Vanessa Pascual, que entró en la casa con tan solo 19 años. Durante 23 años ha cargado con un “sambenito” que, con la perspectiva del tiempo, procede retirarle. ¿Quieren saber qué ha sido de su vida?
Aquella joven navarra, que cuando entró en la casa era panadera de profesión, vive actualmente en Canarias y trabaja como secretaria en una de las universidades de Las Palmas. Vanessa se trasladó al archipiélago en 2011 con el que fue su pareja en el concurso, el doctor Nacho Rodríguez, con el que mantuvo una relación de 20 años y es junto a él madre de dos hijos varones muy aficionados al fútbol.
A pesar de que ha mantenido un perfil extremadamente discreto desde que ambos salieron de la casa, gracias a las redes sociales de Nacho sabemos que el matrimonio se separó hace algo más de un año cuando éste cambió su biografía en redes sociales e informó que estaba soltero.
Vanessa ya contó en su vídeo de presentación para entrar en la casa del primer 'Gran Hermano' que era una apasionada de la natación, de hecho llegó a ser la segunda mejor de España en la especialidad de 200 metros libres cuando era una adolescente. En aquella ocasión comentaba que también practicaba escalada sin arneses ni zapatillas “porque hay que arriesgarse en esta vida”.
Con estudios de auxiliar de clínica, que cursó antes de su salto a la fama, antes de su actual empleo estuvo trabajando en el hospital donde su ex marido Nacho ejerce de médico. Allí gestionaba datos para la Investigación del Cáncer. Anteriormente fue durante diez años directora y propietaria de la franquicia de Adolfo Domínguez de Salamanca y posteriormente trabajó como dependienta en otra boutique de la ciudad universitaria por excelencia.
Su paso por 'Gran Hermano' estuvo marcado, además de por su romance con Nacho, por sus enfrentamientos con Silvia. Aquellas broncas infantiles fueron percibidas por la sociedad de la época como una auténtica declaración de guerra y Vanessa fue expulsada la tercera semana con el 46,24 por ciento de los votos. Su paso por la casa duró tan solo 38 días y al llegar tuvo que enfrentarse al durísimo trago de encontrarse con todo un país en su contra.