Kiko Matamoros lleva apareciendo en televisión desde hace 22 años: sus colaboraciones en programas, como 'Sálvame' o 'Crónicas marcianas', y participaciones en realities, como 'GH VIP' o 'Supervivientes', le han aportado una gran fama en nuestro país. Pero antes de convertirse en colaborador habitual de televisión, fue representante de modelos y, mucho antes, tuvo dos profesiones totalmente alejadas de la industria del espéctaculo.
El madrileño - que no llegó a completar sus estudios en Derecho en la Universidad Complutense de Madrid - ejerció como socorrista y trabajó vendiendo enciclopedias a domicilio antes de fichar como actor de doblaje en una agencia en Sevilla, ciudad en la que vivió durante ocho años tras su matrimonio con Marián Flores. Más tarde, se convirtió en el representante de su cuñada, Mar Flores, y de ahí dio su salto a la televisión.
Sobre sus dos primeros trabajos ha hablado el colaborador en una entrevista que ha concedido en 'The Objective', reconociendo que no se enorgullece de haber vendido enciclopedias durante su juventud: "No suelo vender humo y las enciclopedias eran más instrumentos ornamentales de principio de los 70 que otra cosa. Teníamos que convencer a las madres de que eso era una herramienta fundamental para la formación de sus hijos y bueno, fue una forma de estafar al prójimo y estafarse a uno también porque creo que hay que hacer otras cosas".
Sobre la enorme popularidad de la que goza actualmente también se ha pronunciado Kiko Matamoros, que ha asegurado que ni le da miedo la fama ni se queja de ella, aunque reconoce que en algunos momentos puntuales le ha podido llegar a molestar. "A mí la fama no me crea problemas al revés, me aporta a veces satisfacciones, halagos, abrazos de la gente que va por la calle", le ha confesado al periodista Carlos Padilla.
Acerca del posible fin de su trabajo en la televisión, el colaborador ha explicado que no tiene miedo de que eso ocurra, pues hasta los 44 años desarrolló su vida profesional fuera de los platós y ha asegurado que podría volver a hacerlo, aunque no esconde que le gusta y que está acostumbrado a ponerse a diario delante de una cámara.