Un mes sobreviviendo a la DANA: las historias de cuatro valencianos cuyas vidas cambiaron para siempre

El 29 de octubre, un tsunami de agua y lodo provocado por el desbordamiento del Barranco del Poyo y del río Magro arrasó más de 80 localidades de la provincia de Valencia. Una tragedia que, por el momento, se ha llevado la vida de 222 personas y todavía quedan cuatro desaparecidos por encontrar.

Ese día amaneció con la alerta roja por fuertes precipitaciones lanzada por la AEMET a las 7:31 horas, aunque ya llevaba varios días advirtiendo del riesgo extremo de lluvias intensas para ese martes. 

Antes del mediodía, el cielo comenzó a descargar miles de litros de agua en Utiel, localidad del interior de Valencia, donde los helicópteros comenzaban a realizar los primeros rescates de vecinos con el agua al cuello en sus casas. A unos pocos kilómetros, en Chiva, donde las precipitaciones rondaron los 500 litros por metro cuadrado en unas horas, se desbordaba el trístemente conocido Barranco del Poyo. A esas horas, las imágenes de la destrucción provocada ya vaticinaban lo que iba a ocurrir kilómetros más abajo.

Poco más tarde de las 13 horas, una lengua de agua y cañas comenzaba a llegar por la rambla del Poyo a municipios de la comarca de l´Horta Sud. En Torrente, Paiporta, Picanya y otras localidades los vecinos comenzaban a ver con preocupación la subida del caudal.

Cuando eran las 18:30 horas, el barranco comenzó a desbordarse. A Agustina le pilló junto a su hija en su vivienda, una casa baja a unos metros de la rambla, en Paiporta. "Estábamos viendo la tele y vimos cómo entraba un hilo de agua por debajo de la puerta. Empezamos a recogerla con un mocho y un cubo, pero cada vez era más y más. Le dije a mi hija que sujetara la puerta para que no se abriera y me puse yo también. Pero después de unos minutos, se oyó un fuerte golpe, el agua reventó la puerta y nos tiró hacia dentro de la casa", relata.

Agustina perdió de vista a su hija. "Chillaba, pero no me contestaba. El ruido era ensordecedor. Solo se escuchaba la fuerza del agua y a gente pidiendo socorro en la calle, arrastrados por la corriente y luego se dejaba de escucharles", explica.

Después de recorrer la casa a nado, encontró a Ana subida a un colchón en una habitación, pero el agua no dejaba de subir. Alcanzó más de tres metros de altura. "Nos sujetamos en una lámpara del techo y, de ahí, fuimos a un mueble. Mi hija pudo subirse, pero yo no podía", relata Agustina, que explica "ahí empezó a entrarme frío y lo único que pensaba era que mi hija no me viera morir".

Con la espezanza casi perdida, el agua dejó de subir y un vecino comenzó a hacer una agujero en la pared que daba con la escalera del edificio. "Con un pequeño martillo consiguió abrir un hueco, metió una pértiga y se descolgó hasta que me cogió a mí y mi hija consiguió llegar nadando hasta el agujero".

A unos metros de ellas, también en Paiporta, Esteban, un policía nacional, contemplaba desde el balcón de su primer piso cómo el agua arrastraba a personas. "Varios vecinos y yo, al ver lo que pasaba, empezamos a hacer líneas de vida con sábanas y lo que encontrábamos para tratar de rescatar a gente", cuenta. De esta forma, consiguieron evitar que el agua se llevara a un hombre y lo aseguraron en una ventana. "Después escuchábamos un grito y vi a una chica agarrada a un árbol. Hicimos dos líneas de vida más y se las lanzamos. Cuando ya no podía más por la fuerza del agua y el frío llegamos a ella y la pudimos rescatar", explica Esteban.

222 fallecidos y cuatro desaparecidos

Fueron centenares las personas que salvaron su vida in extremis el día de la DANA, aún así el número de víctimas mortales como consecuencia de la catastrófica riada asciende a 221, de las que 132 son hombres y 89 mujeres, la mayoría de más de 50 años. Hay una víctima mortal, la número 222, que está pendiente de identificar. Un mes después, todavía hay cuatro personas por localizar.

Así se desprende del último análisis detallado por parte del Centro de Integración de Datos (CID) sobre las víctimas de las inundaciones.

En concreto, en el listado de fallecidos, hay siete menores de 10 años; otras dos personas de entre 11 y 20 años; 11 víctimas de entre 21 y 30; cinco de entre 31 y 40; 18 de entre 41 y 50 años; 36 de entre 51 y 60 años; otros 36 de entre 61 y 70 años; 41 de entre 71 y 80; 52 de entre 81 y 90; y 13 de entre 91 y 100 años.

La mayoría de cuerpos sin vida fueron hallados en casas, calles, campos y garajes, aunque también se han encontrado víctimas en coches, en una residencia, en acequias, aparcamientos o en las vías del tren y un cuartel de la Guardia Civil.

Detras de las frías cifras, hay familias que han quedado destrozadas para siempre. Como los padres de Izan y Rubén, dos pequeños de 5 y 3 años que desaparecieron la tarde del 29 de octubre en la localidad de Torrent. Durante días, sus familiares movieron cielo y tierra con la esperanza de encontrarlos con vida. Dos semanas después, sus cuerpos fueron encontrados a kilómetros de distancia de donde el agua los arrastró.

"Angelitos míos, ¡al fin hemos dado con vosotros!. Desgraciadamente con la peor de las noticias para todos. Gracias de corazón a todo el mundo que se ha volcado con ellos. Dos estrellas brillan más en el cielo", escribió en redes sociales un familiar de los niños después de conocer su hallazgo por la Guardia Civil.

Falta de medios

Con las primeras luces del miércoles 30 de octubre, se comenzó a atisbar la magnitud de la catástrofe. Decenas de localidades anegadas de agua y barro. Viviendas destrozadas, vecinos encerrados en sus casas, coches apilados en montañas de varios metros de altura y miles de conductores atrapadados con sus vehículos en la A-3, la A-7 y diferentes vías comarcales.

"Yo me decía: 'alguien vendrá a ayudarnos' y seguí diciéndolo durante días, pero nadie venía. De hecho a día de hoy, solo he recibido la ayuda de voluntarios", explica Agustina, que lo ha perdido todo. Su casa, en la que vive alquilada, ha quedado destrozada, y han perdido los dos coches que tenían. "La casa la hemos ido limpiando gracias a amigos y voluntarios que se dejaron el alma, pero de momento ahí no podemos vivir. Tenemos las tuberías rotas y no tenemos agua. Así que vamos pasando días en pisos y apartamentos que nos van dejando".

En el edificio de Esteban, también han sido los propios vecinos y los voluntarios llegados de toda España los que les han ayudado a recuperar la finca. "Hasta el cuarto día de la DANA por allí no apareció ninguna ayuda oficial, solo venían voluntarios", explica el policía, que recuerda que al día siguiente de las inundaciones "la gente iba andando como robots por la calle. Era desolador, no podía concebir lo que veían mis ojos. Fuimos a un supermercado a intentar comprar agua y comida y ya había empezado el pillaje y el saqueo".

Las ayudas no llegan

A los pocos días de la tragedia, el Gobierno de España y la Generalitat Valenciana comenzaron a anunciar ayudas para los damnificados. Sin embargo, un mes después, las subvenciones siguen sin llegar. "Yo no he recibido nada y no conozco a nadie que le haya llegado ni un euro", asegura Agustina, que denuncia la desorganización de la administración. "Hay que hacer colas para conseguir un papel o un formulario. Vas al ayuntamiento a preguntar y nadie sabe nada. Están desbordados".

Esteban tampoco ha recibido ninguna ayuda económica. "Hemos pedido la indemnización por el coche y lo único que he recibido del Consorcio de Seguros son dos emails que he contestado, pero de dinero nada. Hay muchas fórmulas para que nos llegaran las ayudas, pero no sé lo que están haciendo. Hablan de ayudas directas, pero cómo y cuándo. La información no está clara".

A día de hoy, y cómo explicó Carlos Mazón en el Pleno de Les Corts, tan solo 3.500 familias han recibido ayudas por parte de la Generalitat Valenciana por un montante de 21 millones de euros, un total de 6.000 euros por familia. Esto representa un pequeño porcentaje porque, según el Gobierno Central, se han solicitado 275.000 peticiones de ayuda.

Negocios en bancarrota

En la actualidad, la cifra de expedientes de fuerza mayor tras la DANA afectan a 25.000 personas que están empleadas en alguna de las 2.273 sociedades que han solicitado esta prestación económica para su personal. La mayoría no tiene ni previsiones de cuándo podrán volver a la actividad. A las medianas y grandes empresas, se une la destrucción de miles de pequeños negocios de barrio que lo han perdido todo. Es el caso de Gabriel. Seis meses después de abrir su restaurante en Massanassa, se ha quedado sin nada. "Estamos arruinados. He perdido todos mis ingresos. El agua ha destrozado todas las neveras, cocinas, botelleros y el mobiliario, además nadie ha pasado por aquí y no sabemos si la estructura está dañada y eso nos preocupa porque estamos justo al lado del colegio en el que hace unos días murió un hombre al colapsar un techado", confiesa.

Después de rellenar numerosos formularios y partes del seguro, "lo único que me dicen es que no saben nada y que ni siquiera tengo un périto asignado. Así es imposible avanzar", lamenta, mientras sigue limpiando el local con la ayuda de amigos y voluntarios "porque los militares no han venido a ayudarnos". De momento, Gabriel y su pareja subsisten gracias a la comida que les llega de donaciones y dejando de pagar alquileres. "No tengo ni idea de cuándo podremos abrir".

9.750 alumnos sin clase

Un total de 9.750 escolares de municipios afectados por la DANA del 29 de octubre no han regresado aún a las clases, mientras que 38.186 sí han podido hacerlo ya.

Todavía son 18 los centros educativos que quedan por reabrir. En este sentido, la administración educativa ya ha informado de que la grave afección en 13 obligará a instalar aulas prefabricadas o, incluso, reconstruirlos.

En total, 97 centros educativos situados en áreas perjudicadas por la riada han retomado la actividad.

La confrontación política

Un mes después de la tragedia, todavía hay muchas preguntas sobre la gestión de la DANA. Lo cierto es que AEMET lanzó una alerta roja por fuertes precipitaciones a las 7:31 de la mañana y que no fue hasta las 20:12 horas cuando la Generalitat lanzó a través del sistema ES-Alert un mensaje de emergencia a los móviles de los ciudadanos en la provincia de Valencia, cuando miles de personas ya tenían el agua en sus casas y otros tantos estaban atrapados en sus coches o en centros comerciales.

Una tardanza que se achaca a la inacción de las autoridades en la gestión de la tragedia y el foco sigue puesto en el president de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón. ¿Dónde estaba el máximo responsable del ejecutivo valenciano en esas horas clave? Un mes después todavía no se ha aclarado. Su último acto oficial ese día, fue una reunión con los agentes sociales antes de las 14:00 horas de la tarde y no volvió a reaparecer hasta las 19:00 horas en el Centro de Coordinación Operativa Integrada (CECOPI), que ya llevaba dos horas trabajando para analizar las consecuencias de la DANA. Después de días de especulaciones sobre la localización del president, finalmente trascendió que acudió a una comida en el restaurante el Ventorro de Valencia con la periodista Maribel Vilaplana, donde le ofreció la dirección de la televisión autonómica À Punt. Una explicación que llega tarde y que no justifica la desaparición de Mazón en esas horas clave.

En este mes, han sido continuos el cruce de acusaciones entre el gobierno valenciano y el PP nacional y el ejecutivo de Pedro Sánchez, sobre la asunción de responsabilidades y la movilización de medios. Este miércoles, en el pleno del Congreso de los Diputados sobre la gestión de la DANA, el presidente del Gobierno ha apuntado directamente a Carlos Mazón, al asegurar que hay “personas en posiciones muy elevadas que no han estado a la altura de sus responsabilidades” en la gestión de la DANA y que tendrán que asumir su culpa.

El jefe del Ejecutivo ha asegurado que el mando único ante una emergencia como la DANA corresponde a la comunidad autónoma, y que al Gobierno le compete dar toda la información necesaria sobre la meteorología y los caudales hídricos, así como transferir a la comunidad los medios que requiera. La respuesta de Mazón no tardó en llegar. El president de la Generalitat, en unas declaraciones, realizadas en el Centro de Emergencias de Castellón, señaló que es "sorprendente, por no decir otra cosa, que ahora, de repente, el Gobierno lo hizo todo bien, que no asuma ningún fallo, ni haga autocrítica y sólo se haya dedicado a echar la culpa a los demás”, defendió.

Los voluntarios no desfallecen

La tardanza en la llegada de efectivos enviados por las administraciones a los municipios afectados, se ha suplido desde el primer día y hasta ahora gracias a la labor que siguen prestando miles de voluntarios de forma completamente desinteresada a los damnificados. Cada día y en especial los fines de semana, miles de personas, la mayoría jóvenes, acuden cargados con palas, escobas y muchas ganas de trabajar. "Ahora tenemos clases online en la universidad y aprovechamos los días que tenemos libres para colaborar en lo que podemos", explica Javier, estudiante de Ingeniería Civil. Junto a seis amigos, cruzan andando el conocido como "Puente de la Solidaridad" y acuden a los municipios más afectados de la zona cero. "Nadie nos organiza, nosotros preguntamos a los vecinos en qué podemos ayudar y nos ponemos a limpiar barro, retirar muebles o electrodomésticos y lo que nos pidan", explica.

La labor de estos voluntarios está siendo extraordinaria. Sin esta ayuda, la crisis humanitaria generada por la DANA habría sido mucho mayor.

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