A sus 78 años, Amparo se ha despertado este martes con la ilusión de una niña. Después de semanas encerrada en su casa por la DANA, por fin va a poder volver a pisar la calle.
Con una artritis y varias hernias discales, depende de un bastón para desplazarse y no puede bajar escaleras, un obstáculo insalvable para ella desde que se estropeó el ascensor de su edificio en la localidad de Aldaia (Valencia) con la riada.
Para que pueda disfrutar de unas horas al aire libre, unos técnicos de Cruz Roja han acudido en su ayuda. Equipados con una silla articulada electrónica y con mucho cuidado, los dos técnicos han ido bajando uno a uno los escalones de los tres pisos hasta que por fin han llegado a la calle. "Me pongo muy nerviosa de estar en casa", explica Amparo, que asegura que "lo primero que voy a hacer es tomarme un café con baileys con las amigas que hace mucho tiempo que no las veo".
Después de días y semanas de espera, Amparo está dispuesta a disfrutar al máximo de estas pocas horas fuera de casa. "Es muy duro para ella. Así puede airearse y ver a las amigas, en lugar de estar en el balcón viendo la destrucción de la calle", explica su hijo.
Un regalo para esta mujer, que como otros muchos ancianos y enfermos se ven obligados a estar encerrados en sus viviendas ante la imposibilidad de bajar a la calle por sus propios medios.
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