Los vecinos de la zona de Mas del Jutge, en la localidad valenciana de Torrent en la que vivían los niños Rubén, de 5 años, e Izan, de 3, desaparecidos desde el pasado martes, han denunciado la falta de ayuda después de la DANA: "Aquí no ha venido nadie". "Nosotros no existimos", afirma Jonathan ocho días después de la DANA, con una gestión que califica de "penosa". Cree que los medios "no llegaron cuando tocaba", algo que considera "vergonzoso" y que le lleva a afirmar que se están "muriendo del asco".
Dice que su vivienda "por suerte o por magia" está en pie, pero cuenta que, después de más de una semana, solo ha podido limpiar dos de las habitaciones y lo ha hecho con ayuda de sus amigos y de otros vecinos, "sin un solo contenedor" donde echar el fango que están sacando. "Es horrible que sigamos así y los de arriba con peleas, que si Pedro Sánchez o Mazón. Centraos, el pueblo está pidiendo ayuda", implora a las autoridades, a las que suplica que "envíen militares, perros, máquinas, miles de cosas" que están necesitando.
El padre de Jonathan, fue uno de los testigos de lo que les ocurrió a Rubén y a Izan y vio "cómo el agua reventaba la casa y, de repente, los chiquillos ya no estaban", por lo que el joven afirma que "lo material al final se puede resolver, pero lo de esos niños no".
Asegura que muchos de los vecinos de esta zona sienten que para los responsables políticos "aquí es como si no hubiera pasado nada" y que todo lo que se está haciendo es "gracias a los voluntarios", porque "no ha llegado ni la Policía Local, ni la Nacional, ni la Guardia Civil".
Otra vecina que no desea dar su nombre se suma a la denuncia: "Estáis los periodistas y no llega la ayuda", lamenta; a la vez que pone en duda que "sea tan difícil" que lleguen los medios necesarios y concluye que "esto demuestra que algo no está funcionando".
Situado en una de las zonas más afectadas por la DANA, el vecindario de esta área de Torrent denuncia que tampoco ha tenido atención médica o asistencia psicológica "cuando ha habido mucha gente con crisis de ansiedad y voluntarios que se han lesionado", asegura Francisco, porque moverse por sus calles todavía sigue siendo muy difícil.
No entiende que en esta situación "todavía digan que los protocolos se han cumplido y que todo ha funcionado bien y se pregunta "cómo no se hizo nada cuando a las diez de la mañana se sabía que esto iba a pasar". Por eso, su único agradecimiento es para los voluntarios, especialmente para los jóvenes, a quienes han bautizado como "la generación del barro" y a los que han prometido "una fiesta cuando todo esto pase porque son verdaderos ángeles".
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