Los videojuegos son mucho más que una plataforma de ocio, diversión y entretenimiento. Constituyen una herramienta perfecta para educar, sensibilizar y potenciar el compromiso con problemas sociales, como la crisis de los refugiados.
Así lo constata un estudio liderado por Elena Shliakhovchuk, investigadora de la Universitat Politècnica de València, cuyas conclusiones se han publicado en las revistas International Journal of Computer Games Technology e Information Technologies and Learning Tools.
En su estudio, la investigadora analizó tres juegos: “Papers, Please”, un juego de puzles y simulación descrito por el desarrollador como "un thriller documental distópico", que sumerge al jugador en un debate sobre las poblaciones de inmigrantes y refugiados; “Against All Odds”, un videojuego de rol desarrollado por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) con el objetivo de educar y fomentar una mayor comprensión de las realidades y peligros a los que se enfrentan los refugiados, y entender las razones que hay detrás de su desplazamiento; y “Survival”, un juego para Android e iOS que aborda la realidad de la migración, que se desarrolló con la ayuda de jóvenes españoles y migrantes y refugiados de 11 nacionalidades y con el apoyo del programa.
Los tres videojuegos se diseñaron para aumentar la conciencia ética, despertar emociones y el compromiso moral del jugador, hacer que la gente vea las cosas desde el punto de vista de los refugiados, cambiar sus percepciones y animarlos a actuar en la vida real.
En su estudio, Elena Shliakhovchuk analizó las reacciones y comportamientos de un total de 176 participantes y las conclusiones fueron unánimes: “los participantes declararon haber disfrutado de la experiencia de juego, sentir un interés renovado por el tema y, sobre todo, experimentaron una mayor empatía hacia los refugiados, sintiéndose más motivados para ayudar a las personas refugiadas”, destaca Elena Shliakhovchuk.
El trabajo demuestra que, al poner a los jugadores en la piel de personas refugiadas, los videojuegos pueden hacer que el aprendizaje sobre estos temas sea más atractivo y, por tanto, capte más la atención en la sociedad en general, incluidos los no jugadores y las personas que antes no se interesaban por el tema. “Estos resultados constatan el potencial de los videojuegos como posible herramienta para implicar a los entornos educativos, abordar problemas sociales, concienciar y fomentar la empatía. El estudio demuestra que, a través de experiencias inmersivas, los videojuegos contribuyen a educar a la gente sobre problemas mundiales acuciantes; tienen el poder de cambiar actitudes, reducir la negación y fomentar la empatía hacia los refugiados”, concluye Elena Shliakhovchuk.
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