En España hay casi veinte millones de personas que juegan a videojuegos, según cifras de AEVI, la principal patronal del sector. Se calcula que un 79% de los niños de entre 6 y 11 años juegan habitualmente. Lógicamente, la preocupación de muchos padres tiene que ver con el contenido mostrado en el juego, la adicción a las pantallas, el número de horas que juegan y la violencia explícita de muchos títulos.
¿Hay herramientas efectivas para ejercer un control parental efectivo?
Uno de los aspectos más importantes que los padres deben considerar es la calificación por edades del ocio electrónico que consumen sus hijos. En función de la ideología y valores de cada familia, esta clasificación servirá como guía para supervisar y escoger determinados juegos, y excluir otros. Los expertos lo tienen claro: antes de prohibir jugar a un determinado título, lo mejor es mantener una conversación con el menor y preguntarle de forma distendida qué videojuegos le gustan, cuáles está pensando en probar y cuáles tiene instalados en su consola o su dispositivo.
En España rige el sistema PEGI, que a su vez es gestionado y supervisado por la Asociación Española de Videojuegos (AEVI). Las tiendas y plataformas de venta de videojuegos, tanto físicas como digitales, están obligadas a mostrar claramente la clasificación PEGI en los juegos que venden.
La guía de control parental para familias de la Fundación Mapfre recomienda controlar las plataformas a las que se conecta el menor y supervisar el acceso a ciertas aplicaciones o juegos con herramientas como Google Family Link, si en casa se utiliza mayoritariamente el sistema Android, ya que así se pueden limitar las descargas y las compras desde la tienda Google Play.
Si el menor tiene un perfil específico creado en la suite de la consola, como se recomienda, los padres pueden limitar los gastos y las compras no autorizadas y revisar el contenido descargado.
También es fundamental pactar unos horarios de juego con el menor y respetarlos, siempre ajustados a su edad: máximo de tiempo diario y semanal, según sea su perfil.
Cualquier padre o madre tiene a su disposición la opción de control parental del propio videojuego o de la plataforma en la que esté integrado: Playstation, Xbox, Nintendo o Steam, la principal suite de juegos en PC, permiten a los padres activarlo para asegurarse una correcta supervisión de los juegos a los que juegan los menores y lo que pueden hacer en ellos.
En el caso de juegos específicos que permiten la supervisión paterna, tenemos el ejemplo de Fortnite o de Minecraft. La versión de Java de este último, en PC, puede gestionarse con aplicaciones como Microsoft Family Safety, Norton Familiy o Kasperky Safe Kids. En Mac, los padres pueden utilizar Screen Time de iOS para monitorear y registrar la actividad de los menores.
La versión BedRock Edition del juego, disponible en Xbox, PlayStation y Nintendo Switch, deja configurar a la carta las cuatro opciones principales: limite de edad, límite de tiempo, control de compras y supervisión de actividad en línea, que permite controlar las comunicaciones y la interacción en línea del menor (restringir el uso de chats o capar la opción de recibir mensajes, por ejemplo).
Si tomamos el ejemplo del control parental de Microsoft, es posible configurar al detalle aspectos como los límites de tiempo de pantalla o tiempo de juego, e incluso otorgar premios de tiempo adicional al menor de forma excepcional, cuando respeta sus horarios. Además, está la opción de establecer filtros de contenido por edad, que restringen el acceso a determinados juegos, bloquear la comunicación con otros jugadores o permitir solo que el niño o la niña se comunique con amigos con perfiles verificados (‘Listas de amigos’).