Todos los días estamos expuestos a contaminantes ambientales, fundamentalmente a través de la dieta y, en menor medida, por el contacto continuado con productos de cuidado personal y limpieza doméstica, cosméticos, o la contaminación del aire, según el Instituto Valenciano de Infertilidad. Al tiempo que esto sucede, cada vez conocemos con mayor certeza cómo esta exposición ambiental puede afectar a nuestra salud reproductiva.
En concreto, destacan los bisfenoles y ftalatos, compuestos presentes habitualmente en productos plásticos, y PFAS en envases de alimentos, ropa, maquillaje o utensilios de cocina antiadherentes, que además se degradan a muy largo plazo. También es el caso de contaminantes industriales (PCBs) o pesticidas, que se caracterizan por su capacidad para afectar la comunicación dentro del organismo, lo que se conoce como disrupción endocrina. Se ha descrito que las sustancias capaces de alterar esta comunicación incrementan la susceptibilidad a padecer defectos en el crecimiento y desarrollo, así como la disminución de la fertilidad, entre otros efectos.
"Y entre estas consecuencias se puede encontrar la infertilidad, debido a la exposición continuada a contaminantes ambientales durante nuestra edad reproductiva. Sus implicaciones negativas, que derivan en una mayor dificultad para la reproducción humana, se centran sobre todo en la cantidad y calidad de óvulos y espermatozoides y peores resultados reproductivos. De hecho, esto podría ser una de las causas del descenso en la fertilidad humana observado durante las últimas décadas, fundamentalmente en los países industrializados”, explica el doctor Francisco Domínguez, investigador de la Fundación IVI.
En los hombres se ha relacionado la exposición a los químicos bisfenoles y ftalatos, pesticidas y contaminantes industriales con peor calidad seminal y peores resultados reproductivos. De hecho, recientemente se ha observado en muestras de testículos se han encontrado microplásticos. Estos transportan distintos contaminantes ambientales, liberándolos en grandes cantidades de forma continuada en el organismo. Específicamente, algunos previamente relacionados con menor calidad seminal (ftalatos, bisfenoles o PCBs), pueden interferir con la señalización hormonal y dañar la producción de espermatozoides, influyendo así negativamente en la fertilidad.
También en el caso femenino, la exposición a bisfenoles y ftalatos, PFAS, PCBs, elementos traza presentes en alimentos contaminados, el humo de tabaco, aire de mala calidad (mercurio, cadmio, arsénico, litio, estroncio o bario) o pesticidas, se asocian con un adelanto en la edad de maduración reproductiva con la primera regla, la aparición de ciclos menstruales irregulares, menor cantidad y calidad de los ovocitos disponibles, un mayor tiempo hasta lograr un embarazo natural, insuficiencia ovárica prematura y adelanto de la edad de menopausia. También se han relacionado con patologías ginecológicas asociadas con peores resultados reproductivos como síndrome de ovario poliquístico, endometriosis y adenomiosis o miomas uterinos.
“Desde el ámbito científico, cada vez se le está dando más peso al exposoma -exposiciones ambientales a las que el ser humano está sometido desde el nacimiento-, ya que todo indica que seguirá influyendo en nuestra salud reproductiva. Por ejemplo, la disminución de la calidad seminal coincide con el incremento en la síntesis y liberación de productos químicos ocurrida durante el último siglo. El desafío está en poder hacer estudios a gran escala, ya que no todas las poblaciones están expuestas a las mismas sustancias de forma simultánea”, aclara el Dr. Domínguez.
Algunos compuestos ambientales presentes en la dieta parecen tener la capacidad de disminuir los efectos de estos contaminantes ambientales; es el caso del ácido fólico o los ácidos grasos poliinsaturados (omega3 y omega6). Este tipo de tratamientos, así como prescripción de suplementos nutricionales, deben ser correctamente monitorizados por especialistas en salud, ya que cantidades elevadas de algunos de estos compuestos pueden tener un efecto perjudicial sobre los resultados reproductivos.
También los elementos presentes en nuestra dieta, como fitoestrógenos o los oligoelementos, ayudan al correcto funcionamiento del organismo. En concreto, investigaciones de la Fundación IVI indican que los fitoestrógenos presentes en el líquido folicular (el fluido que rodea los óvulos) y en la orina se asocian con un mayor número de ovocitos válidos tras estimular hormonalmente el ovario, una mayor proporción de ovocitos correctamente fecundados y, en consecuencia, mayores probabilidades de embarazo y recién nacido vivo.
Por todo ello, el papel de la dieta es muy importante en este aspecto. Por una parte, los alimentos como la soja “imitan” a los estrógenos, y por otra, los oligoelementos clave como el cobre y el manganeso podemos consumirlos en verduras, frutos secos o moluscos de concha como los mejillones. Además, a nivel preventivo, se recomienda utilizar plásticos libres de BPA y tener todas las precauciones si se tiene contacto con PCBs, ya que tienen efectos acumulativos.
Actualmente se sigue investigando en otras estrategias que permitan disminuir los niveles nocivos de estos contaminantes en el organismo. “El efecto de todas estas sustancias es un ámbito relativamente reciente científicamente hablando y en la actualidad solo conocemos la punta del iceberg del impacto de los contaminantes ambientales sobre la salud en general y la reproductiva en particular. Desde la comunidad científica, creemos que es fundamental seguir trabajando en esta línea para terminar de aclarar y ampliar la información sobre su efecto a largo plazo, tanto en mujeres como en hombres. Lo que está claro es que no tener un control sobre este tipo de sustancias no solo es malo para el planeta, también para nuestra infertilidad", concluye el doctor Domínguez.
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