Tras dos años de sequía extrema los ganaderos de Morella, un pueblo del interior de Castellón, han comenzado a sacrificar a parte de sus vacas ante la imposilidad de darles de comer y de beber. "Lleva dos años sin llover, sin temporales y sin nieve y la situación es crítica. No hay agua para las vacas y el campo esta seco y sin forraje. Es un desastre", lo cuenta Marc Boix, ganadero que explica que "con este panorama hemos empezado a sacrificar vacas porque no las podemos mantener".
Una vaca adulta consume diariamente entre 100 y 120 litros de agua, por lo que en una explotación media de 100 ejemplares, el consumo se dispara por encima de los 10.000 litros. A eso hay que unir el agua de los cebaderos y otros usos, por lo que el consumo diario puede alcanzar los 15.000 litros. "En julio y en agosto con la llegada del calor se dispara además el consumo de agua y va a ser inasumible", asegura el ganadero, que señala que "en los años anteriores sacrificábamos un 5% de las vacas, ahora estamos en un 30%. Antes las manteníamos hasta los 15 años y ahora hemos bajado la edad hasta los 12".
Pero no solo, se sacrifican las vacas más mayores, también lo están haciendo con los terneros. "Antes dejábamos un 10% para la reposición, ahora los vendemos o los enviamos al matadero", afirma Iván Pitarch, ganadero y carnicero.
Ante la escasez de lluvias, los ganaderos de Morella tienen que acudir a balsas a recoger agua con camiones cuba, lo que aumenta considerablemente sus costes de producción. "Sin nos dieran ayudas al menos para transportar el agua podríamos intentar sobrevivir, pero lo pagamos todo de nuestro bolsillo", asegura Marc Boix.
Pero ahora, además, esas balsas se están secando. "Es una situación muy crítica para los ganaderos y los vecinos en general. Antes había dos balsas para que los ganaderos pudieran coger agua para dar de beber a sus vacas, pero una se ha sequedo y otra está en niveles muy bajos", explica Bernabé Sangüesa, alcalde de Morella.
Pero el problema no termina ahí, con los campos secos, también tienen que comprar el forraje, un gasto inabordable para muchos ganaderos. "Padecemos nosotros y los animales también porque no tienen suficiente comida", explica Pitarch.
Con todos estos condicionantes, la única solución es que lleguen las lluvias a esta zona normalmente hùmeda, pero con los meses de verano por delante las previsiones no son muy halagüeñas para unos ganaderos y sus animales con un futuro más que incierto.
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