La subida exponencial de los alquileres de viviendas en la ciudad de Valencia, un 22,43% en el último año, está acabando con los pisos de estudiantes. Con precios mensuales muy por encima de los 1.000 euros para viviendas de tres y cuatro habitaciones, sumado a la escasez de oferta, impiden a los universitarios encontrar alojamientos.
Una coyuntura de la que se están beneficiando las residencias de estudiantes de la ciudad del Turia, que ya tienen reservadas para el próximo curso casi todas las plazas de las que disponen. " Este año estamos completos y tenemos el doble de reservas para el próximo que hace unos años y ya rozamos el lleno", afirma Lorena Larrañaga, directora de Resa Patacona, que cuenta con tres residencias en Valencia y que son propiedad de un fondo de Países Bajos.
Las residencias han optado por mantener el precio de sus habitaciones, aunque tampoco son una ganga, ya que la habitación más barata en esta residencia, ubicada cerca de la Universidad Politécnica y de la Universidad de Valencia, cuesta 760 euros, en los que se incluyen servicios de limpieza, cocinas comunes, comedor, zonas de ocio o gimnasio.
Unas ventajas que convencen a los padres y a los estudiantes. "Al final haces números y tanto por comodidad como por seguridad merece la pena. Tienes siempre la habitación limpia y sabes que los precios no van a aumentar", explica un residente.
Valencia cuenta con más de 4.500 camas en residencias, una cantidad insuficiente para hacer frente a la demanda de los más de 100.000 estudiantes que acuden a las universidades de la ciudad y sus alrededores.
Una oportunidad para los grandes inversores nacionales y extranjeros que ya proyectan nuevas residencias que ampliarán la oferta, aunque no podrán cubrir las necesidades actuales de alojamiento para los estudiantes.
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