Investigadores del Institut Cavanilles de la Universitat de València (UV) desvela en un artículo publicado en la revista 'Urban Science' que la superficie de tres playas al sur del puerto de València (Pinedo, El Saler y La Garrofera) han pasado de tener 170 hectáreas de arena en la década de los años 90 a 43 en 2022, un 70 por ciento menos.
La metodología, con imágenes por satélite, se utiliza para conocer el volumen de arena de los desiertos y aquí se ha aplicado por primera vez a playas. Se constata, además, que la mayor reducción fue tras la ampliación del Puerto de València entre los años 2010 y 2012, y que la restauración de 2023 ha aumentado la superficie de arena hasta las 112 hectáreas, según ha informado la institución académica en un comunicado.
"Esta metodología llena un vacío importante en la investigación actual. Hasta el momento no se ha implementado el seguimiento específico de la capa de arena en playas mediante índices espectrales diseñados para dunas de arena. Esta novedosa aplicación en contextos costeros abre una nueva perspectiva en el campo de la investigación", han explicado Juan M. Soria, Rebeca Pérez González y Juan Víctor Molner Polit, investigadora e investigadores del Institut Cavanilles de Biodiversitat y Biologia Evolutiva de la UV.
El estudio muestra una "relación directa" entre la expansión del Puerto de València con la creación de la Marina Real Juan Carlos I y la preparación para las pruebas de la America's Cup y la reducción de superficie de las playas. Por la dinámica de las corrientes marinas (norte-sur) en esta parte del Mediterráneo, las playas del norte de las grandes infraestructuras crecen y las del sur pierden arena.
El área de estudio incluye los aproximadamente ocho kilómetros desde la actual desembocadura del río Turia, al sur del Puerto de València, hasta la Gola de Pujol.
Así, las imágenes de los satélites Landsat-5, Landsat-8 y Sentinel-2 constatan cómo las labores de mantenimiento y mejora de los años 2004-2010 fruto de proyectos LIFE "consiguieron mantener artificialmente las tres playas, hasta que la nueva ampliación del Puerto desperdició este esfuerzo", según ha detallado Juan M. Soria, también profesor del Departamento de Microbiología y Ecología de la UV.
Las imágenes aéreas muestran también que desde 2013 hasta 2022, como consecuencia del efecto de la ampliación del Puerto y la reducción de las actividades de rehabilitación en el área, se produjo una reducción de aproximadamente 90 hectáreas de arena. Así, entre julio de 2013 y el mismo mes de 2014, según la observación de Landsat 8, la superficie de arena se redujo de 54,63 hectáreas a 37,26 en la playa de Pinedo; de 37,08 a 23,04 en la del Saler; y de 47,61 hectáreas a 31,23 en La Garrofera.
Por el contrario, las acciones de restauración de finales de 2023, con la aportación de arena, han permitido aumentar la superficie, que ha pasado entre el 7 de septiembre y el 6 de noviembre de 22,91 hectáreas a 42,49 en Pinedo, de 9,30 a 38,64 en El Saler, y de 11,73 a 31,77 en La Garrofera. Las imágenes también permiten comprobar que, en el extremo sur de la zona restaurada, en la Gola de Pujol, la construcción del dique norte ha facilitado el asentamiento de arena a ambos lados.
El trabajo utilizó once imágenes para el período 1984-2013; ocho para la fase 2013-2015 y desde 2015 hasta 2023 se han usado 15 imágenes. El volumen de arena se obtuvo calculando el número de píxeles que la arena ocupaba en cada imagen, según la resolución espacial de cada satélite: 900 m2 en los casos de Landsat 5 y Landsat 8 y 100 m2 en el caso de Sentinel-2.
Así, se estimó la superficie de arena, que se convirtió a hectáreas para hacer las magnitudes más entendibles. Se utilizaron los índices NDSAI con las imágenes del satélite Landsat-5 y NDESI para Landsat-8 y Sentinel-2. Originalmente no se diseñaron para playas, sino para calcular la superficie de las dunas del desierto.
Otro índice de arena normalizado (NSI), para otras regiones templadas con más variación en la arena a lo largo del año, arrojó mejores resultados que los de este estudio, si bien los autores remarcan el uso de los primeros por las características del clima mediterráneo, de transición al desértico según las zonas.
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