El precio de la carne de cordero no deja de subir en origen y las carnicerías se ven obligadas a repercutirlo en los clientes finales. "Lo compró a más de seis euros el kilo que el año pasado", afirma Manuel Carrillo, propietario de la carnicería Ruma de Valencia.
Unos incrementos que se disparan de cara a la Navidad donde los corderos procedentes de las granjas suben una media de entre 60 y 80 céntimos el kilo a la semana. "Cada cordero me cuesta unos 10 euros más. Desde la pandemia y luego con la guerra de Ucrania no ha dejado de incrementarse el precio", explica Carrillo.
Conscientes de estas subidas, los clientes adelantan la compra para poder celebrar las fiestas en familia con el típico cordero en la mesa. "Está muy caro como todo, pero en el cordero se nota más, está prohibitivo, así que compramos un poquito menos y lo congelamos", explica un cliente.
La explicación a estás subidas, la encontramos en origen. En los últimos años, la cabaña de cordero en España ha caído de los 23 millones de cabezas a tan solo 12 como consecuencia del cierre de numerosas ganaderías. "Los costes no dejan de aumentar y los trámites burocráticos que impone la administración dificultan cada vez más este oficio ancestral, por lo que la gente se desanima", explica Jesús Calabuig, ganadero de Barxeta (Valencia), que afirma que "aunque el precio del cordero sigue subiendo, paradójicamente son más ganaderos los que deciden abandonar esta actividad".
A esto se une el envejecimiento de los trabajadores del sector y la falta de relevo generacional. "Es díficil encontrar a gente joven que quiera dedicarse a este negocio, es un trabajo muy duro", asegura Calabuig.
La consecuencia es que no deja de caer la producción interna. "Cada vez dependemos de países terceros y estó va a provocar que los precios suban aún más", afirma el ganadero.
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