Los "paquetes misteriosos" desatan la locura en los mercadillos de Valencia: "Es una ruleta"

Frente al puesto de Miguel en el mercadillo de la Amistad de Valencia se arremolinan decenas de personas en busca de una ganga.

Paquetes cerrados a precios que van desde los 3 a los 20 euros son una tentación a la que muchos no pueden resistirse.

Con una mezcla de emoción y ilusión, los clientes palpan uno tras otra las bolsas para tratar de averiguar que hay en su interior y si merece la pena o no la inversión. "Puedes intuir lo que hay dentro, pero nunca lo vas a saber con certeza. Es una ruleta. A veces el más pequeño es el más valioso", lo cuenta Miguel Fernández, el dueño de la parada.

Comenzó ya hace unos años a comprar por camiones en Alemania estos productos que provienen de devoluciones de Amazon, Alliexpress o DHL. "Al principio cuando los recibíamos los abríamos uno a uno y luego los vendíamos agrupándolos según productos", explica. Sin embargo, como él dice, se cansó de abrir paquetes y se le ocurrió venderlos tal cual le llegaban y dividirlos en diferentes precios según lo que su experiencia le dictaba. "La idea ha funcionado y allí donde vamos vienen muchos clientes atraídos por la curiosidad", asegura.

A la caza de la ganga

Los tocan, los sopesan, comprueban el precio y después de mucho analizarlo se deciden por uno de los paquetes para ver si dan con una ganga.

Es el caso de David, que después de mucho buscar se ha decidido por un paquete de cuatro euros. "Parece que hay varias cosass dentro, vamos a ver", dice. Tras romper el plástico extrae cuatro cajitas y en su interior...otros cuatro pequeños relojes de sobremesa. "Pues bueno. Para algún regalito del amigo invisible o para ponerlos a la venta en Wallapop que seguro que me dan un par de euritos por cada uno".

Junto a él Fátima paga los 5 euros del paquete elegido. Está segura que es un pantalón y lo abre rápido. Su intuición no le ha engañado, son unos vaqueros. "El problema es que son de la talla XL y no me vienen, los tendré que regalar a alguién", afirma.

Con mucha ilusión, Cris y María, han comprado un pequeño paquete de 3 euros, no tienen ni idea de lo que puede haber dentro, pero tampoco esperan mucho. "Mira son dos perchas iguales, una para cada una para cuando nos independicemos", dicen entre risas.

Peor suerte ha tenido María. En su paquete está segura que hay algo de ropa y espera que le pueda servir, pero tras abrirlo, incluso se ruboriza. "Me ha tocado un corsé, esto no lo quiero", afirma y lo deja tirado en el puesto, aunque al final vuelve a por él pero "porque lo voy a tirar a la basura, no me vale para nada".

Clientes fijos

Cada semana Miguel Ángel coloca su puesto en los mercadillos de La Amistad, El Cabanyal y el de Benicalap en Valencia hasta acabar sus existencias. "Cuando se nos termina un camión traemos otro", explica.

En estos meses de experiencia divide a los clientes entre los que se marchan contentos y los que se quedan desilusionados, aunque asegura que muchos repiten. De hecho, ya tiene a algunos compradores asiduos, que vuelven una y otra vez. "Hay una mujer mayor que no para de comprar. Una vez se llevó por 15 euros un generador y me dijo que lo había vendido por 200", afirma. Otra de sus mejores clientas "ya tiene planchas, secadores de pelo y un montón de utensilios".

Miguel no tiene ningún problema en que los compradores toquen una y otra vez los paquetes, "entiendo que quieran saber lo que hay dentro", la única norma que no tiene vuelta a atrás es que "si lo abres no lo puedes devolver".

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