La Albufera de Valencia se tiñe de marrón: el calor extremo acelera la degradación de las algas

Los miles de visitantes que acuden estos días a disfrutar del parque natural de la Albufera, en Valencia, se han visto sorprendidos con el llamativo color marrón, casi anaranjado, de las aguas de este humedal.

Una situación poco habitual aunque no extraordinaria que tiene su explicación en la degradación del estado vital de las algas presentes en mayor cantidad este año en la Albufera. "Se debe a un cambio del pigmento de las algas, que pasa de ser verde clorofila a un naranja caroteno al degradarse. Es como cambio de las hojas de los árboles, que pasa de un verde intenso de la primavera cuando crecen a un color naranja en otoño", explica María Sahuquillo, directora del parque natural.

El cambio de la tonalidad ya comenzó a detectarse en el mes de septiembre, aunque la evolución de la coloración ha ido aumentando.

A ello ha contribuido el calor extremo del pasado verano, cuando según datos del Ayuntamiento de Valencia se han detectado durante más de un mes consecutivo temperaturas superiores a 30 grados que provocaron una aceleración de la degradación de los organismos presentes en el agua.

Esta situación ha provocado que el agua esté más turbia de lo habitual disminuyendo los niveles de transparencia.

Unas condiciones que han sido analizadas por los técnicos del Centro de Seguimiento de Humedales Doctora María Rosa Miracle, dependiente de la Generalitat Valenciana, que desde hace más de cuarenta años vigila la calidad del agua de estos espacios naturales.

Las pruebas realizadas concluyen que este fenómeno no está teniendo por el momento ningún impacto negativo en el parque. "Por ahora en los seguimientos que estamos haciendo no se ha detectado una bajada de oxígeno en el agua ni ningun producto tóxico ni afección a la fauna", tranquiliza María Sahuquillo.

Color rosa en el Racó de l´Olla

Los ambientes acuáticos en la Albufera son muy diversos. Hace unas semanas en la zona de reserva del Racó de l´Olla, que era una antigua salina, con la concentración del verano alcanzó un nivel hipersalino. En estas condiciones son pocas las especies que se desarrollan y sí una bacteria rosa que da un color muy peculiar al agua. "No estamos acostumbrados a observar el agua, pero los cambios de coloración son frecuentes", explica María Sahuquillo.