Los viticultores de La Palma confían en que las cenizas del Cumbre Vieja se conviertan en su mejor aliado, en el mejor fertilizante para sus cultivos en el futuro. Como hoy lo son las cenizas que dejó el Teneguía tras su erupción hace 50 años. Los viñedos plantados en los terrenos que en su día cubrió la la lava y las cenizas son hoy una importante fuente de riqueza para la isla.
Se trata de un importante sector que representa el 10 por ciento del PIB de la isla y ocupa unas 800 hectáreas de este tipo de cultivos, algunas a solo 400 metros de distancia del cráter del Teneguía.
Algunos de los viticultores que hace 50 años cultivaban las vides en estos terrenos en los que caían las cenizas del Teneguía hablan de la incertidumbre de lo que podía pasar con la erupción y están seguros que, al contrario de lo que pasó en aquel entonces, hoy no les dejarían seguir trabajando la tierra.
Los viticultores de esta zona descatan el valor que da a los caldos de las laderas del Teneguían el picón o ceniza volcánica que dejó aquella erupción que "es formidable para el cultivo de la vid".
Todos destacan que el picón consigue mantener la humedad del suelo.