El virus que causa la varicela, el herpes zóster, es el que genera también la conocida culebrilla, un sarpullido rojo muy doloroso que además forman costras y ampollas que pueden romperse, según informa La Academia Americana de Oftalmología.
Una vez superada la varicela, este virus permanece en las células nerviosas del cuerpo, de manera inactiva y sin que el organismo lo note. Pero, el problema surge cuando se vuelve a activar y con él comienzan los dolorosos síntomas.
Una de las causas principales de esta activación se debe el debilitamiento del sistema inmune, y esto puede suceder por diferentes motivos: por estrés o ansiedad, por una mala alimentación, cansancio o por enfermedad.
Este herpes es contagioso, se puede trasmitir de persona apersona, pero solo a quienes no hayan superado la varicela. El contagio se producirá y la persona desarrollará por tanto, por primera vez, la varicela, y en un futuro puede llegar a desarrollar la culebrilla. Para evitar el contagio, es mejor evitar estar cerca de personas en riesgo de contagio.
Si el herpes afecta al ojo, puede provocar graves problemas para la salud, llegando a causar en los peores casos glaucoma, cataratas, visión doble y cicatrización de la córnea.
De una manera más leve puede afectar con enrojecimiento, sarpullido, ojo seco, dolor e hinchazón. Para su tratamiento, lo mejor es la aplicación de compresas frías sobre los ojos y medicamentos que te recete el médico para aliviar la hinchazón.