El hundimiento del buque Villa de PitanxohundimientoVilla de Pitanxo frente a las costas de Terranova, en Canadá, es ya el peor naufragio de un pesquero español en las últimas décadas. De los 24 tripulantes que iban a bordo de la embarcación, que tenía su base en Marín, Pontevedra, solo se ha rescatado a tres supervivientes. Ya se han confirmado 9 muertes y el resto, 12 marineros más, permanecen desaparecidos mientras continúan las operaciones de búsqueda y rescate desplegadas sobre las gélidas aguas de la zona, que en el momento de la tragedia estaba dominada por el frío, los fuertes vientos, la mala mar y la reducida visibilidad, algo que de hecho esta complicando esas labores en busca del resto de la tripulación.
Todo sucedió la madrugada del miércoles 15, cuando a aproximadamente las cinco de la mañana (hora española) se emitió la primera alerta de socorro desde el pesquero. Se cree que un golpe de mar provocó el naufragio, que pudo ser rápido y violento, además de muy lejos de la costa, teniendo así muy poco margen para los protocolos de salvamento.
La tripulación del barco era experta y bien entrenada, pero todo apunta a que tuvieron muy poco tiempo para reaccionar.
Construido en 2004 en el astillero vigués MCíes, el Villa de Pitanxo, un buque congelador de acero de 50 metros de eslora y casi 10 de manga, estaba diseñado para faenar en aguas profundas, de más de 800 metros de profundidad, y estaba preparado para hacer frente a condiciones climatológicas adversas, como apunta La Voz de Galicia.
Perteneciente al Grupo Nores y propiedad del histórico armador Manuel Nores, tenía su base en Marín, Pontevedra, donde hoy viven la tragedia sumidos en el luto y el dolor.
Pintado en blanco, azul oscuro y un tono rojizo en la base, el Villa de Pitanxo tenía una potencia de más de 870 kilovatios y una capacidad de carga superior a las 1.120 toneladas, y figuraba en el censo de arrastreros congeladores de la Organización de Pesquerías del Atlántico Noroeste (NAFO), –el cual regula la actividad pesquera en las aguas del este de Canadá–, tal como recoge el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Pesca.
Su especialidad, tal como informa NIUS, estaba en la captura de especies como el fletán, la gallineta nórdica, el camarón boreal o el bacalao.
El patrón del barco era Juan Costa Padín, uno de los supervivientes junto a su sobrino Eduardo Rial, de 42 años, y un marinero ghanés afincado en Marín e identificado como Samuel Kwesi Koufi.
Padín, oriundo de Cangas, es un marinero experimentado que llevaba años faenando en esas aguas. Instantes después del naufragio, pudo telefonear a su familia para, muy brevemente, informarles de que estaban vivos. "No os preocupéis. Eduardo y yo estamos bien", les dijo.
Ambos, junto al otro marinero rescatado, fueron localizados en una de las barcas que hallaron a la deriva después de que se emitiese la señal de socorro. Media hora antes del hundimiento, Eduardo Rial, el sobrino de Padín, telefoneaba a su novia explicándole que hacía “muy mal tiempo” y se tenía que poner a trabajar.