El investigador del Cima Universidad de Navarra Pablo Sarobe, optimista ante los anuncios de efectividad de las vacunas de Pfizer, Moderna y Janssen, considera que vacunarse "es un acto de solidaridad".
Tras indicar que los citados proyectos son "vacunas innovadoras con tecnología similar" que en breve deberíamos verlos confirmados en revistas científicas, añade que "tienen una buena actividad inmunológica”.
El científico, que participaba en una conferencia sobre ‘Vacunas COVID19: presente y futuro’, enmarcada en las actividades de la Semana de la Ciencia organizadas por el Museo de Ciencias Universidad de Navarra, sostiene que "la vacunación es un acto de solidaridad y lo ideal es que existiera una conciencia general de su necesidad y de los beneficios que aporta a toda la sociedad”.
Frente al caso de los fármacos tradicionales, donde el principal afectado es el que recibe el tratamiento, “en la vacunación el beneficio es global”, indica, y añade que "hay personas a las que les gustaría vacunarse, pero por factores como la edad u otras enfermedades concomitantes, esta medida no es tan eficaz, y la mejor manera de protegerlos es proteger a la sociedad en su conjunto”.
Y en este sentido Sarobe dice que "en primavera todo el mundo estaba muy orgulloso de la solidaridad que suponía quedarse en casa por el bien de todos" y ahora "la vacunación sería lo mismo a partir de ahora”.
Sin embargo, ante la afirmación de Ugur Sahin, creador de la vacuna de Pfizer, sobre la posible recuperación de una “vida normal” a mediados de 2021, apunta que si la eficacia de la vacuna y la tasa de vacunación son lo suficientemente elevadas para alcanzar la inmunidad de grupo, estaríamos protegidos "pero mientras exista un porcentaje de la población que no esté protegido por la vacuna ahí siempre habrá un nicho".
Preguntado si él se vacunaría, el científico ha afirmado no tener duda, aprobada la vacuna tras superar las diferentes fases y con los datos de eficacia que se están haciendo públicos.
Y es que, a su juicio, la desconfianza de la gente podría deberse a la falta de conocimiento sobre los procesos de aprobación y al respecto ha subrayado que, "aunque haya salido en tan poco tiempo, la vacuna ha superado los mismos requisitos de seguridad y eficacia que cualquier otra, y ha sido aprobada por los comités correspondientes”.
Esta aprobación supone que ha demostrado unos niveles de seguridad y que los efectos secundarios generados en las miles de personas que han participado en los ensayos clínicos previos están dentro de lo aceptable, ha explicado.
Hasta el momento, los efectos secundarios notificados en los ensayos de Pfizer, Moderna y Janssen concuerdan con lo que habitualmente se observa en otras vacunas, "signos como enrojecimiento e inflamación de la zona de inyección, algún proceso febril más o menos leve, etc., que en la mayoría de los casos son de muy corta duración”.
Asimismo, ha aseverado que estas vacunas pueden ser las primeras, pero no serán las únicas, puesto que existen otras que también han mostrado resultados prometedores.
“Desde el punto de vista de la eficacia, no tienen por qué ser las mejores y también hay cuestiones prácticas, como la estabilidad del producto y los requisitos de almacenamiento y distribución, que podrían hacer más adecuadas unas vacunas que otras”, ha afirmado.
De hecho, en la Universidad de Navarra el equipo de Pablo Sarobe investiga en una de ellas que, ha comentado, "está basada en la administración de fragmentos de zonas muy concretas del virus, lo que requiere la identificación de esas zonas y qué propiedades inmunitarias tienen".
Esto exige, ha precisado, la identificación de esas zonas y qué propiedades inmunitarias tienen, lo que hace que el proceso sea más lento que las vacunas basadas en virus o proteínas completas.
Hasta el momento se han identificado algunas de esas zonas y están caracterizando el efecto de la administración en modelos animales, por lo que, "alcanzado este objetivo, la idea es diseñar una vacuna con las mejores propiedades de eficacia y seguridad”, termina.