España es un país con una amplia variedad de climas y biodiversidad gracias, entre otras cosas, a lo extenso de su territorio, a su orografía y a la presencia de archipiélagos como las Islas Canarias, que aporta unas condiciones específicas distintas de las de la Península Ibérica. Clima mediterráneo, atlántico, de montaña, subtropical... Cada uno de ellos presenta sus propias características y, además, éstos se pueden dividir en varios subtipos que hablan de las particularidades de cada lugar. Conoce los tipos de clima en España y sus características.
Una de las características básicas del clima en España es su diversidad: la Península Ibérica se encuentra en un área de circulación general atmosférica en la que se dan distintos movimientos en función del momento del año, y donde las condiciones son templadas, pero sin homogeneidad, ya que en ella se mezclan zonas de aire cálido y aire frío.
A ello se suma una orografía variada, con distintas formaciones que determinan la climatología, así como la presencia de territorios lejanos geográficamente, siendo este el caso de las Islas Canarias. Por eso el abanico de temperaturas, humedad, precipitaciones... es muy variado tanto en función de la zona como de la estación.
Con todo, existen ciertas reglas básicas para entender nuestro clima que casi siempre se cumplen: el sur es, en general, más cálido que el norte; enero suele ser el mes más frío y agosto el más caluroso; y la amplitud térmica suele ser mayor en el interior que en las zonas de costa.
Partiendo de esta base, los climas en España suelen clasificarse de forma general en cuatro grandes categorías: oceánico, mediterráneo (con subcategorías), subtropical y de montaña. Estos son los distintos climas de España:
El clima atlántico se da en el norte y noroeste de la Península, abarcando desde Galicia hasta la zona de los Pirineos. Se trata de un clima lluvioso y las precipitaciones suelen darse todo el año, razón por la que el norte suele ser muy verde. En cuanto a las temperaturas, son más suaves en las zonas de costa y más extremas en el interior. Eso sí, la sensación térmica aumenta con la cercanía del mar, algo que se hace notar especialmente en Galicia.
Se trata del clima más extendido en la Península y lo encontramos en todo el litoral mediterráneo, así como el interior de la Península y en el archipiélago balear. Dada su extensión, suele dividirse en subclimas. Así, el clima mediterráneo típico lo encontramos en la costa mediterránea, Baleares, Ceuta, Melilla, y algunas zonas de interior. Se caracteriza por lluvias irregulares, sobre todo en otoño y primavera. También por sus inviernos cortos y suaves, seguros de veranos largos y calurosos.
En cuanto al clima mediterráneo con invierno frío o mediterráneo continentalizado, se ubica en la Meseta Central, la depresión del Ebro, parte del Guadalquivir y el interior de la Comunidad Valenciana. Al tratarse de zonas de interior, sus temperaturas son extremas: los inviernos son muy fríos y largos y los veranos muy calurosos, con temperaturas que pueden oscilar entre los -5ºC del invierno y los 40 ºC de los meses de calor. Las precipitaciones son escasas y se dan sobre todo en verano, en forma de tormenta.
Por último, encontramos el clima mediterráneo seco, similar al anterior pero con unas precipitaciones especialmente escasas. En zonas como el sureste de la Península, Murcia, Alicante o Almería, el paisaje es árido y la sequía es frecuente.
Por su parte, el clima subtropical lo encontramos exclusivamente en Canarias, debido a su situación geográfica, cercana al trópico de Cáncer y a la costa africana. Uno de sus elementos clave es la presencia de vientos alisios, que afectan a las regiones situadas en el Trópico. Este viento es constante en verano e irregular en invierno, y se traduce en dos capas de aire: una fría y húmeda en la parte inferior y otra cálida en la superior.
Gracias a estos vientos las Islas pueden presumir de buen tiempo todo el año, sin llegar normalmente a extremos demasiado calurosos. En verano, estos vientos refrescan y alivian el calor, mientras que en invierno se desplazan, dejando paso al anticiclón de las Azores, que ofrece temperaturas más altas. Eso sí, las grandes diferencias de altitud y la incidencia de la variada orografía de las Islas hace que existan zonas mucho más cálidas que otras: no es difícil pasar de los 5ºC a los 25ºC dentro de la misma isla en función de en qué punto nos encontremos.
En cuanto a las precipitaciones, la orografía también marca grandes diferencias entre unas zonas u otras: las hay muy áridas e incluso desérticas, y también muy húmedas y verdes. En cualquier caso, las lluvias se concentran en el invierno, y suelen darse de forma abundante.
Por último, el clima de montaña se caracteriza por sus bajas temperaturas, llegando a ser muy frías y a provocar nevadas. Lo encontramos en los grandes sistemas montañosos como los Pirineos, el Sistema Central, el Sistema Ibérico, la cordillera Penibética y la cordillera Cantábrica. En estas zonas, los inviernos son muy fríos y los veranos frescos. También abundan las precipitaciones, que suelen aumentar a medida que aumenta la altitud.