Hoy nueva jornada de rastreo del sónar que busca pistas en el mar las niñas de Tenerife desaparecidas junto a su padre, Tomás Gimeno. El robot submarino puede maniobrar hasta a 2.000 metros de profundidad. Lo está haciendo minuciosamente en la zona desde dónde Gimeno envió sus últimos mensajes de teléfono.
El buque Ángeles Alvariño está centrado en la primera salida que hizo Tomás Gimeno con su lancha. Tres llamadas de su exmujer lo sitúan en un punto muy concreto en el que permaneció dos horas. Salió a las 9.30 de la noche y navegó unos 20 minutos. Allí el buque oceanográfico ha bajado el robot para captar las imágenes del fondo. Los expertos barren el área en líneas separadas media milla un rumbo y su inverso para captarlo todo.
Se centran en ese punto porque Tomás pudo arrojar los bultos que cargó en su barco porque cuando la Guardia Civil lo inspeccionó ya no los llevaba. Falta el ancla y un cinturón de plomos.
El sónar de este buque es capaz de bajar hasta 2.000 metros de profundidad en el fondo del mar.
Beatriz, la madre espera que no las encuentren en el mar. Esta vez ha dirigido la misiva a sus hijas y no a Tomás. Dice que se quiere morir pero que ellas le ayudan a superarse.
Se dirige sobre todo a Olivia, fuerte y sensible, y habla de ella como una jineta, recordando un momento familiar entre caballos. Le dice que es la protectora de Anna y que le lea la carta a la pequeña.
Les promete que va a seguir fuerte hasta que las encuentre y abrace. La búsqueda en el mar durará al menos dos semanas.