La búsqueda de las niñas Anna y Olivia, de uno y seis años, desaparecidas desde que se las llevase su padre, Tomás Gimeno, en Tenerife, continúa cuando se cumple un mes desde que fueron vistas por última vez.
La madre de las pequeñas, Beatriz Zimmerman, quiere aferrarse a la esperanza de que su expareja se las llevó para marcharse a otro país; que no las hizo nada malo aquel 27 de abril en que se les perdió la pista, y que Anna y Olivia están bien.
“Sus hijas eran lo más importante para Tomás, y él será todo lo que queramos, pero nunca maltrató a las niñas”, ha afirmado Joaquín Amills, portavoz de la familia y presidente de la asociación SOS Desaparecidos, quien según informa el medio La Razón habría explicado que en algunas de las últimas conversaciones que mantuvieron Beatriz y Tomás por WhatsApp está intentó con cariño que él se repusiera de la ruptura.
En este sentido, la madre de las niñas ha aportado a la investigación algunas de esas conversaciones que mantuvo con Tomás dos meses antes de la desaparición. Y en ellas ya habría insinuado su intención de marcharse e incluso cambiar de continente.
En los mensajes hablaba de la familia que perdía, como si fueran su posesión; un rasgo machista como la agresión a la pareja de Beatriz que motivó la denuncia contra él por maltrato y amenazas.
Según recoge La Razón, en esos mensajes que intercambiaron Tomás Gimeno, más allá de querer superar la ruptura llegó a decir: “Una cosa es salir de la zona de confort y otra cambiar de continente”; unas palabras que volvían a mostrar que estaba frustrado y contrariado por el hecho de que Beatriz hubiese rehecho su vida con un empresario belga, mucho mayor que ella. Tomás no asimilaba la situación: “Qué fácil aceptar que pierdes una familia con la que llevas toda una vida; perder el control de tus hijas”, le habría dicho en esas conversaciones, según refiere el citado medio.
Y precisamente a ello apuntan también sus amigos íntimos, que le han contado a la Guardia Civil que Tomás Gimeno no soportaba ver a Beatriz con otra pareja y perder ese “control” de sus hijas al que se refería.
Sin pistas concluyentes y con distintas hipótesis en el aire, la investigación no descarta el peor escenario, y en estos momentos buena parte de la búsqueda está centrada en el mar y sus profundidades. De hecho, un sonar del barco oceanográfico Alvarió ha sido enviado ante la posibilidad de que Tomás Gimeno acabase con la vida de sus hijas y con la suya propia antes de lastrarselastrarse.
En la barca que Tomás utilizó para salir del puerto faltaba un cinturón de plomos y el ancla con la cadena, y por eso los investigadores piensan que pudo utilizarlo: creen que habría usado el ancla y la cadena para lastrar los bultos tipo petates que llevaba en la barca en su primera salida, a las 21:30, y que después pudo usar el cinturón de pesos para sí mismo, para lastrarse él durante la madrugada después de que hubiese vuelto al puerto a cargar el móvil.
Los investigadores están seguros de que Tomás llevaba los petates cuando salió al mar a las 21:30. Pero no los llevaba cuando regresó a las 23:30, porque el Servicio Marítimo revisó su lancha. Le pararon y en la barca no había nada.
Por ello, en una zona sumamente complicada, llena de barrancos, lo cual podría complicar el trabajo del sonar, la investigación ahora se centra en el fondo marino, a profundidades que van de los 400 a los 1.500 metros. Además, en el lugar también predominan importantes corrientes que van hacia el sur y bordean la isla hacia la Gomera.
Todo ello se va a sondear también ante la posibilidad de que la mar pudiese haber hecho arrastre.