Lograr que tu ropa salga suave de la lavadora (incluso aunque utilices suavizante) parece, a veces, misión imposible. Lo más normal (y lo más probable) es que se deba a que no estás cumpliendo con alguno de los pasos necesarios para hacer bien la colada. A no ser que el motivo se encuentre en que determinadas prendas sencillamente se encuentren muy desgastadas (es el caso de las toallas, pasado cierto tiempo y cierto número de lavados), existen pequeños trucos que pueden ayudarte a que lavar tu ropa (por cierto que sí que es capaz de comerse tus calcetines sea mucho más sencillo: te los contamos en este artículo. Y antes de nada, tienes que saber los artículos que no puede meter en la lavadora. Aquí te damos algunos consejos para las temidas almohadas y sábanas.
Es normal que la ropa vaya perdiendo suavidad con su uso y a medida que aumente su historial de lavados, pero es posible retrasar este proceso y alargar la vida útil de las prendas utilizando ciertos trucos que, claro está, funcionarán mejor si los conviertes en parte de tu rutina de limpieza. Estos trucos pueden resultar especialmente útiles para quienes no utilicen suavizantes industriales para evitar los residuos y posibles daños que éstos generan. Y es que esos productos, pensados específicamente para aportar suavidad, pueden provocar el efecto contrario con el paso del tiempo, dañando los tejidos y reduciendo progresivamente su durabilidad.
La primera medida sería, en caso de que utilices suavizante, dosificarlo adecuadamente y aplicar la regla del 'menos es más'. Muchas veces tendemos a pensar que nuestra ropa olerá mejor si utilizamos una mayor cantidad: probablemente lo que consigamos es que ésta quede apelmazada y ‘pegajosa’, lo que dañará sin duda el tejido y no dará como resultado un mejor aroma. Seguir las indicaciones del fabricante es imprescindible para que el aroma final sea neutro y el tacto sedoso.
Para quienes huyan de este tipo de productos, existe la posibilidad de fabricar un suavizante casero muy eficaz: está compuesto de 200 gramos de bicarbonato, 500 mililitros de vinagre blanco, 1.5 litros de agua destilada y unas gotas de la colonia o el aceite esencial que más te guste. Mézclalo todo y utilízalo de la misma forma que utilizarías un suavizante industrial.
Además, hay tres consejos clave que debes seguir, tanto para conseguir suavidad en tu ropa como para no reducir o eliminar los efectos de los productos que utilices con este fin: