Raro es a quien no le suena la voz inconfundible de Richard Vaughan (Houston, Texas, Estados Unidos, 1951). Desde años le hemos oído en la radio o la televisión dando clases de inglés. Profesor de este idioma desde hace más de 40 años, llegó a España en los 70 para terminar sus estudios universitarios. "Mi idea era regresar a Texas tras terminar el doctorado pero empecé a enseñar inglés para costearme la estancia y resultó que gustaba a los alumnos. Al final me quedé aquí. Los planes de uno cambian según las circunstancias. Como dice un dicho en inglés: 'Si quieres que Dios se ría de ti, cuéntale tus planes".
Sí, porque Vaughan nunca hubiese imaginado crear el imperio que ha creado: el Grupo Vaughan, una de las empresas más punteras en la enseñanza del inglés. Con 13 centros repartidos por toda España y más de 400 profesores, la compañía cuenta, además, con programas en radio y televisión donde enseña inglés. Su máxima: contratar docentes que no tengan experiencia pero sí "energía y humildad".
Pregunta. ¿Por qué se vino a España? ¿Cuál era su vínculo con este país?
Respuesta. A los 13 años mi madre me animó a estudiar español en el colegio. Así que en secundaria estudié español todos los años. Cuando fui a la Universidad para estudiar Historia y, aunque no tenía intención de seguir con el español, en el segundo año pululando por los pasillos vi en un tablón un anuncio para pasar un año académico en Madrid. Y me dije: "¿Por qué no?". Jamás he planificado en mi vida. La vida es muy azarosa.
P. ¿Tampoco se había planteado ser profesor?
R. En absoluto. Cuando vine a España me hice profesor porque necesitaba mantenerme durante dos años y pagar el alquiler. Pero mi forma de ser me hacía pensar que ya que estaba ofreciendo un servicio que tenía que ser de calidad, en el que los alumnos estuviesen satisfechos. Es un posicionamiento moral más que empresarial, no decepcionar jamás, hacerlo lo mejor posible. Esta actitud me permitió adquirir las aptitudes rápidamente y el aprecio e, incluso, la admiración de mis estudiantes. Como ya no daba abasto tuve que contratar a otro profesor, a otro ayudante, a otro y a otro y así comencé.
P. ¿Supo enseguida lo que funciona a la hora de enseñar inglés?
R. Lo único que funciona es la calidad del profesor. El profesor es el catalizador de todo. Si es un mediocre, asignaturas potencialmente fascinantes caen. Si es un fenómeno, hasta enseñar el ácido fosfórico gusta.
P. ¿Más que el método?
R. El método Vaughan es un excelente hardware pero necesita un adecuado software que son los profesores. Desde los años 90 decidí crear los profesores de cero y no buscarlos.
P. Y eso, ¿cómo lo hace?
R. Política número uno de mi empresa: buscar gente sin experiencia docente, que no haya enseñado jamás nada, ni inglés, ni matemáticas, ni antropología… La única responsabilidad del profesor es que el alumno se enamore de él como profesor, hacerle cómplice. El profesor tiene que entrar no por la cabeza, sino por el corazón. Como el flechazo de Cupido. Si logras entrar por el corazón, lo tienes todo, cerebro incluido. El aprendizaje es un pacto emocional.
P. ¿Qué busca de un profesor nuevo?
R. Buscamos dos atributos nada más: energía y humildad, en el sentido de capacidad de autoanálisis, de querer como loco aprender, de esa inocencia positiva… esa gente una vez que aprende, es imparable. Hace dos años, 4.000 personas se interesaron en ser profesores de Vaughan. De esos 4.000, entrevistamos a 700. De esos 700, elegimos a unos 120 para una training inicial durísimo, y de ellos solo sobrevivieron 85. Porque no queremos profesores vitalicios, queremos rotación, que al tercer o cuarto año el profesor se nos vaya…
P. ¿Por qué?
R. Hay una razón. Un profesor tiene un techo de ingresos bastante bajo. Quiero estar con gente con la capacidad de estar ganando medio millón de euros a los 40 años. Quiero gente con ese talante y talento, de altísimo potencial personal humano. Las actitudes, repito, conducen a las aptitudes. Quiero Maradonas antes de que se den cuenta de que son Maradonas. Yo quiero gente de 23, 24, 25 años capacitados para conquistar el mundo que no lo saben todavía. Muchas veces se dan cuenta en el aula. Y siempre con humildad.
P. ¿A los españoles se nos da tan mal el inglés como dicen?
R. No. Partiendo de cero, si coges a un alemán, a un sueco y a un español, de 25 años, que no han dado inglés en su vida, los tres tienen el mismo potencial para aprender. Luego pueden influir factores como la pereza de unos y otros, o la constancia, pero, técnicamente, el español no está negado para aprender un segundo idioma. España no está tan mal. En China o en Japón nadie habla inglés. Y los japoneses exportan muchísimo. Querer es poder. Los españoles tienen un acento mediterráneo, como los italianos o los griegos, pero no pasa nada. El español sufre, o sufría, el llamado sentido del ridículo en mayor grado que otros pueblos. Pero veo ahora que entre los menores de 20 años esto ya no es tan cierto.
P. ¿Hablan mejor entonces las generaciones más jóvenes?
R. Sí, hablan mejor. Hace 20 años, los que salían de las carreras de ingeniería, Derecho o Empresariales tenían un nivel de inglés de cuatro sobre 10, siendo 10 nivel nativo. Ahora, estarán en un seis. Es un 40% de mejora. Y tienen menos sentido del ridículo y mejor oído. Pueden desenvolverse, pero todavía están lejos de tener el nivel necesario para ser eficaces. Es decir, cambiar del español al inglés y seguir negociando un contrato.
P. A la hora de aprender un idioma, ¿qué es lo más difícil?
R. Entender es lo más difícil de todo. Si entiendes a la primera, significado y matices, estás ya posicionado. Hay tres cosas necesarias para andar por el mundo y cerrar contratos en inglés. Uno, ser inteligente. Dos, estar preparado, conocer tu tema. Y tres, entender a la primera. Y con un inglés intermedio hablado, y si el auditivo es perfecto, puedes cerrar esos contratos. No hace falta hablar un idioma perfectamente, pero sí hace falta entenderlo.
P. Y dónde nos atascamos más los españoles a la hora de aprender inglés?
R. Donde más se atascan los españoles es en hacer el esfuerzo. Es muy difícil aprender un segundo idioma. Hacen faltan muchísimas horas de atención al idioma, no digo muchas horas de clase. Yo tardé 3.000 horas en dominar el castellano viviendo en España. Los que pregonan por ahí que con 1.000 palabras o tres meses basta, mienten. Un niño en Madrid a los cinco años habla perfectamente español, es capaz de hasta usar el subjuntivo bien. Pero ¡ojo! ese niño ya tiene en su haber 20.000 horas de audición y expresión del idioma. A las 24 horas de nacer un niño ya ha absorbido seis horas de ruido del español a su alrededor. Cuando cumple un año, ya ha tenido 2.000 horas de impacto de su idioma. Cuando llega a los cinco años, y tiene que empezar a leer y escribir, ya tiene 20.000 horas de desarrollo lingüístico de su lengua materna. Cuando un adulto empieza a aprender es difícil y hay que hacer un esfuerzo muy grande.
P. España lleva años apostando por el modelo de enseñanza bilingüe en sus centros. ¿Cree que se está haciendo bien?
R. No se hace bien, pero lo defiendo. Se podría hacer mucho mejor la forma en la que se aborda. Aun así, lo que se hace ahora es mucho mejor que lo que había antes. Porque hace 20 años se enseñaba el inglés como una lengua muerta, como el griego o el latín. Se aprendían estructuras gramaticales como ecuaciones matemáticas. Los estudiantes cogían manía al idioma. Ahora es diferente. No estoy de acuerdo con el método en el que el profesor de Ciencias tiene que enseñar Ciencias en inglés. Porque el pobre profesor de Ciencias no suele hablar bien inglés, lo pasan mal y los alumnos al final no se enteran de la materia de Ciencias. Prefiero zapatero, a sus zapatos. Las comunidades han gastado, además, mucho dinero en intentar mejorar el nivel de inglés de sus profesores para que impartan su asignatura en inglés y eso no es realista.
P. ¿Cómo se podría hacer bien?
R. Lo único que cuenta es saber bien inglés a los 23 años, la edad media en la que los jóvenes entran en el mercado laboral. Si sabe hablar bien inglés a los 13 años, fantástico, pero lo importante es que lo sepa bien a los 23. Cuando nace un niño, los padres y los educadores tienen 23 años para resolver el tema. Hay dos épocas: prepubertad, de 0 a 12, y postpubertad, de 13 a 23. De 0 a 12, no debería entrar la palabra escrita. Entonces, la mente no es analítica y no le puedes meter gramática o a analizar estructuras gramaticales. Esta etapa está para oír o recitar, ya sea en el presente, futuro o pasado. Los niños asimilan con una facilidad brutal la fonética de un idioma. Desde primero de infantil hasta el final de primaria, los alumnos pueden tener 1.600 horas de inglés, con una hora de inglés al día. ¿Sabe todo lo que se puede conseguir con 1.600 horas? Con que solo oigan el idioma, se hacen medianamente con él.
P. Y a partir de los 13 años, ¿qué deberían hacer?
R. A los 13 años hay que introducir la palabra escrita, la gramática. A esa edad, los niños ya tienen el idioma, ya entienden y ya dicen cosas. Cuando nace un bebé, los padres deberían poner la cuna al lado del televisor una hora al día y poner el canal Disney en inglés. Al cumplir un año, el bebé tendrá 365 horas de inglés oídas. Cuando llegan al colegio, los alumnos tienen que oír inglés por un tubo: oír, oír y oír. No tienen que hablar bien a los 12 años, pero sí tienen que pronunciar bien. El 80% de todo lo que decimos en cualquier idioma es gramática básica. Usamos el condicional dos veces al mes. El verbo molestar lo utilizamos cada tres días, en cambio, el verbo ser o estar, lo utilizamos dos o tres veces por minuto.
P. ¿Es importante tener buen acento en otro idioma?
R. No. De hecho, el acento a veces ayuda. Cuando las americanas oyen a Antonio Banderas con su ligero acento español, les parece sexi... No hay que preocuparse por el acento, los hay para todos los gustos. Si tienes una pronunciación súper defectuosa, entonces, sí. Pero, seguramente, es por un problema motor y lo primero es ir a un logopeda, porque seguramente su español tampoco tendrá buena dicción.
P. ¿Tienen que ser los profesores nativos?
R. No. Sin embargo, es importante que tengan un dominio suficiente del inglés para que puedan hablar la hora entera con fluidez y dominio y que sean excelentes profesores capaces de encandilar.
P. ¿Habría que dejar de traducir las películas y oírlas en versión original?
R. Todo ayuda, pero no creo que sea clave. En Portugal no doblan y los portugueses hablan mejor inglés que los españoles, pero porque Portugal siempre ha sido un país pequeño en brazos de Inglaterra, son muy anglófonos. En Bolivia tampoco doblan, pero los bolivianos no hablan bien inglés. Oír las películas en inglés puede mejorar el oído y progresar al principio más rápidamente porque está más acostumbrado a esos sonidos. Yo no recomiendo que la gente vea películas o series en inglés. Pero sí recomiendo que se oigan documentales o miles de entrevistas o cursos de lo que sea en Youtube. En una película de 100 minutos, los actores no hablan más de 15. No es una forma eficiente de abordar la audición. Los directores, guionistas y actores imprimen además una dificultad más allá de la dificultad del idioma, por lo que te desanimas con facilidad si intentas entender una película en versión original. Cuidado, también con las series que están llenas de gags lingüísticos que no hay quien los entienda, a veces ni yo puedo. En la serie Breaking bad cada hora tenía que cambiar el doblaje al español para entender lo que decían, porque susurraban el inglés y no era capaz de captarlo. Eso no me desanima a mí, pero sí a alguien que está tratando de aprender inglés.
P. Después de tantos años, por qué todavía le oímos y le vemos en la radio y en la tele dando clases.
R. Razón número uno, me gusta. La razón número dos es que mis profesores en el aula son mejores que yo pero no pueden trasladar esa habilidad al micrófono de radio o a la cámara de televisión. Se tarda tiempo en desarrollar esa habilidad de enseñar delante de una cámara o hacerlo dos o tres horas seguidas en la radio sin guion. Igual que Nadal ha dado 200 millones de drives y revés para ser un gran jugador, yo tengo la misma experiencia en enseñanza que Nadal tiene en tenis. Yo sí puedo ponerme delante de una cámara y no tengo miedo escénico. Puedo entrar en el plató sabiendo que tengo que enseñar ese día el presente continuo y lo hago sin pestañear, pero es porque tengo 40 años de preparación.
P. Dicen que cuando dominas un idioma es cuando sueñas en él. ¿Lo hace usted en español?
R. No, perdona, se puede soñar en un idioma extranjero antes de dominarlo. Yo cuando vine a España de estudiante ya soñaba en un español perfecto. Tenía mucho más idioma en el subconsciente, que salía en el sueño. La gente tiene más inglés de lo que piensa. Porque todo lo que oímos se almacena en el subconsciente y a veces sale. Yo aprendí la expresión 'anda de mal genio' y 'tener la moral por los suelos' en mi primer año en España, durmiendo. Porque una persona me lo decía a mí en mi sueño.
P. Y ahora ¿en qué sueña?
R. No sé. No sueño demasiado o no los recuerdo con tanto colorido como antes. Una lástima.