Ha llegado la época más ilusionante para los niños, está a la vuelta de la esquina esas mañanas de ilusión y nervios, pero a la hora de conceder deseos hay que hacerlo con medida porque un exceso de generosidad puede provocar en el menor un efecto contrario al que se busca.
Sus Majestades están ya tan cerca que las cartas llevan días escritas y aunque siempre hay excepciones, por pedir que no que quede.
Muchos de los niños de nuestra sociedad “están hiperregalados". Los expertos advierten: "Nos debemos de preguntar: ayudan o perjudican al niño. Es un poco la trampa de lo veo, lo quiero, lo tengo. Porque no valoran nada"
Es misión de los adultos mediar para evitar tanto exceso: "La regla de las 4 cosas" para que el niño no acabe desarrollando el síndrome del emperador.
Si algo nos ha enseñado la pandemia es que lo que más ilusión les hace, no tiene precio.