"Vemos muy bien el enfoque, pero nos gustaría ver como se va a aplicar en la realidad y si nos van a dar a los centros la autonomía que requerimos". Así se expresa el presidente del Consejo de Directores de Colegios de Madrid, Oscar Martín Centeno, sobre la propuesta de la LOMLOE, de "aligerar" el currículo escolar y centrarse en "adquirir competencias". La nueva ley de Educación, aprobada el pasado diciembre, está a la espera de que se desarrollen sus reales decretos, que especifican cuestiones como los temarios a impartir.
El plan, cuyas líneas generales presentó la ministra Isabel Celaá este viernes, consta de ocho competencias: comunicación lingüística, plurilingüe, matemática, ciencia y tecnología, digital, personal, social y de aprender a aprender, ciudadana, competencia emprendedora y en conciencia y expresiones culturales. "Es un buen planteamiento", considera Martín. Explica que, al final, aunque su número o nombre varíe, las competencias propuestas por las últimas leyes se basan en identificar qué habilidades o conocimientos necesita el alumno para su futuro personal y laboral.
El nuevo currículo dividirá los contenidos entre "básicos o imprescindibles" y "deseables". Los primeros serán obligatorios; los segundos los escogerán los estudiantes según sus "objetivos, intereses y necesidades". También se quiere dar mayor libertad en la elección del currículo: las comunidades autónomas decidirán el 40% del temario -el 50% en las que tienen lengua cooficial- y los centros el 5%. "Ojalá sea cierto que los colegios tengamos autonomía... y medios", pide Esteban Álvarez, presidente de la Asociación de Directores de Institutos Públicos de Madrid (Adimad).
El temor a que todo se quede en agua de borrajas se palpa en la conversación con los dos profesores. La LOE y la LOMCE también apostaban por un enfoque competencial. "Pero cuando llega el momento de asentarlo en la realidad del aula, nos encontramos con que todas las pruebas estándar siguen siendo exámenes, que las asignaturas vuelven a estar basadas en el contenido… Esa es la desconfianza que nos genera también esta ley", detalla Martín. "No sabemos quién hace los currículos. En Francia, por ejemplo, hay una comisión nacional", añade su compañero.
Los entrevistados, ambos directores de centros educativos de la Comunidad de Madrid, coinciden en que estudiar para regurgitar lo aprendido en un examen es un modelo de aprendizaje que no se adapta al mundo actual. "Las empresas valoran la capacidad de trabajar en equipo, de tener iniciativa propia, de llegar al consenso, de razonar", apunta Álvarez.
Pero reconocen que el camino del cambio tiene obstáculos. Lo más complicado es "aumentar las capacidades de los centros para desarrollar metodologías activas", como comenta Martín, en las que el alumnado participe más en el aula. Esteban Álvarez es claro: un cambio así requiere de dinero y tiempo. "No podemos dedicarnos a adaptar el currículo los fines de semana", reivindica.
Como educadores que son, ambos profesores apuntan a las experiencias de otros países europeos y a la literatura pedagógica para ejemplificar las estrategias que funcionan para mejorar el sistema educativo. "La autonomía del centro para fomentar proyectos educativos innovadores es esencial", subraya Martín. Álvarez menciona el caso de Portugal, que en cinco años ha dado pasos agigantados para optimizar su modelo. Pero se niega a calificarlo de 'milagro', como hacen otros.
Aunque la autonomía también implica otros retos, como que el nivel académico impartido en diferentes comunidades o incluso colegios en la misma región sea muy dispar. Una brecha que Álvarez dice ya está presente. "¿Cómo puede ser que Lengua tenga tres horas semanales en Andalucía y cuatro en Madrid, cuando el temario es el mismo?", se pregunta el maestro. Esta diferencia se hace más evidente cuando "de 17 sistemas educativos se pasa a un distrito único en el acceso a la universidad", según él.
Cuando le pedimos que sé imagine una clase con este nuevo currículo, Martín enumera propuestas "que ya se están llevando a cabo en muchos sitios". Como borrar la línea entre diferentes asignaturas. En la Comunidad Valenciana se hace con las clases de castellano y valenciano. El director nos pone otro ejemplo: realizando un trabajo sobre la mitología griega. "Estás trabajando Lengua, con la redacción de textos; estás trabajando los contenidos audiovisuales, si preparas unos vídeos; estás trabajando Arte y Matemáticas, estudiando las imágenes y arquitectura del Partenón", se explaya.
"Todo lo que sea fomentar la autonomía creativa del alumnado aumenta la motivación", dice Martín. Él lo ha visto en su propio colegio, el Santo Domingo, en Algete: en siete años propuestas como una radio, un periódico y una televisión digitales han impulsado la implicación de los alumnos. "Te hace disfrutar más como docente", suscribe Álvarez, que dirige el Instituto Sierra de Guadarrama en Soto del Real.
La LOMLOE también aboga por quitar peso a las pruebas finales de etapa y apenas contempla repetir curso. "Los exámenes deberían tener cada vez menos peso", coincide Martín. "En España siempre hemos tenido mucha cultura de la calificación y no de la evaluación", añade. Para él, esta última ha de ser más rigurosa y dar ‘feedback’ al alumno para que mejore.
En rueda de prensa, Celaá señaló que este nuevo currículo se implantaría a partir del curso 2022/2023. Pero, ¿cuánto tiempo es necesario para introducir esta nueva filosofía de aprendizaje? "Va depender del punto en el que se encuentre cada centro", opina Martín. Además de ciertos apoyos del sistema: una formación adecuada de los profesores, unos mecanismos digitales adaptados a nuestro tiempo y una reducción de la burocracia.
El tiempo que se pasa rellenando informes y otros documentos administrativos es una queja que los profesionales de la educación llevan años poniendo sobre el tablero. "Quita mucho tiempo para desarrollar propuestas alternativas", reconoce Martín. Además, hay que cambiar los sistemas de evaluación y programaciones cada vez que llega una nueva ley. Ambos profesores insisten en que con la educación hay que llegar a un acuerdo. "Estás esperando a que lleguen las autonómicas para ver si el trabajo de los últimos cuatro años se tira por tierra o no", reclama Álvarez. Añade que la única región que hay cierta continuidad es en el País Vasco.
La formación de los futuros profesores también es clave. "A la universidad le está costando bastante en general adaptarse a los nuevos tiempos", comenta Martín. Aboga por más prácticas para los estudiantes de los grados de Educación y del Curso de Adaptación Pedagógica (CAP). Una opinión que Álvarez comparte. "A todos los niveles estamos todavía más en aprender que en comprender", matiza.