Violeta y Miguel son una pareja que llevan más de una década dedicada a la docencia, lo cual consideran como vocacional. Ahora se han visto inmersos en esta "locura" de crisis sanitaria por el coronavirus como padres de una niña de 5 años y un bebé de apenas 5 meses, por lo que entre sus hijos y sus alumnos no paran un segundo.
Desde su casa en Madrid han narrado su día a día por teléfono a EFE. Cuentan con una habitación que en principio era un salón o despacho y que ahora es el aula para que la niña estudie y juegue y también desde donde Violeta y Miguel dan sus clases 'online', muchas veces con el pequeño en brazos. Ambos aseguran que "los estudiantes no están fallando sino lo contrario", al igual que los profesores y equipos de los centros educativos. Y a pesar de que "todos hemos perdido la libertad en un solo día", enfatiza Violeta.
El cierre de los centros educativos pilló a Miguel -profesor de Formación Profesional (FP)- finalizando su baja por paternidad. Nada más incorporarse, tuvo que confinarse y dar sus clases sobre orientación laboral y derecho del trabajo desde su domicilio.
Siete grupos de alumnos con un total de 180 chicos y chicas a los que no dejar de dar clase, al principio siguiendo los mismos horarios y días que tenía cuando impartía presencialmente, y luego organizándose para que a través de emails y videoconferencias todo esté saliendo adelante.
El 15% de sus alumnos no tiene ordenador pero la mayoría sí dispone al menos de teléfono con Internet y algunos hacen sus trabajos a través del móvil, especifica. "Creo que al principio entre todos los profesores les dimos un poco de caña con los trabajos pero luego todo se ha organizado mejor", reconoce.
Miguel siente que los alumnos más perjudicados por este parón son los que tenían que hacer su trimestre de prácticas ahora, no pueden quizá titular sin ellas o si se hace, cuando vayan a una entrevista de trabajo se puede comprobar que son "de la generación de 2020" y les puede limitar de alguna manera.
"Parece todo de ciencia-ficción", resalta Violeta, que señala que si esta situación les hubiera pillado hace unos años no sería tan "duro", pues ella, que termina su baja maternal después de Semana Santa, no para de pensar en sus hijos, en si al menos pudiera sacar al pequeñín de paseo en su cochecito para que le diera el sol.
"No damos abasto, no paramos entre trabajo y niños", asegura Violeta, que también es profesora de FP pero en Educación Infantil -también ejerce de jefa de estudios de su centro-, una rama sobre la que las prácticas también son fundamentales.
Y qué decir de los alumnos que tenían que haber empezado su Erasmus justamente ahora, recalca Violeta; billetes comprados y alojamientos reservados en Italia o Alemania: "Una señora italiana ya nos ha dicho que no podrá devolver la señal recibida". "Nuestro centro ha gastado la partida destinada para ello pero no se ha ejecutado", añade.
Además, el 21 de abril debían de examinarse los alumnos que siguen el curso 'online' de Educación Infantil, recuerda Violeta y, de momento, se han atrasado los primeros exámenes, a pesar que se trata de una titulación "urgente" para que algunos puedan ser contratados o subir de puesto de trabajo.
Como padres y como profesores, esta joven pareja confía en que las consecuencias de todo este confinamiento no sean demasiado duras para la sociedad y que en los colegios y parques vuelvan a oírse las risas.