Una sonrisa anuncia el encuentro más esperado. Ana María hoy cumple 80 años y seguramente recibe el mejor regalo de su vida: la noticia de que ha superado el COVID-19 y la visita de su hija ha visto en los 20 días de convalecencia en el Hospital de la Fuenfría, en Madrid. Por fin pueden abrazarse, pero pronto ese abrazo podrá recibirlo ya en casa.
Los abrazos, las caricias, el contacto directo traspasa las puertas de cada vez más hospitales y residencias en Fase 2. Pequeños gestos que despiertan grandes emociones en ancianos y familiares separados durante meses.Residentes que recupera la sonrisa al reconocer de nuevo los suyos. Aun no pueden besarse y las visitas son cortas entre grandes medidas de seguridad.
Algunos han de conformarse con una versión a distancia de un beso y un abrazo, pero en la residencia Delicia, en Zaragoza, han ideado un sistema para que los ancianos sientan ese cariño gracias a un ingenioso invento. Bautizado con el nombre de “Abrazos seguros” se compone de un burro para colgar la ropa, un hule transparente y los brazos de dos equipos de protección individual (EPIs) cosidos. A ambos lados del ingenio se obra el milagro, el tan deseado abrazo. Eso sí, entre un uso y otro hay que desinfectarlo.