El naufragio del Villa de Pitanxo debió ser violento y rápido: que tenía que hacer la tripulación y no pudo

  • Los tripulantes experimentados del Villa de Pitanxo sabían perfectamente qué hacer en caso de hundimiento, pero no pudieron

  • En tres minutos, los botes tendrían que estar en el agua. "Llevan bengalas, alimentos, agua y botiquín".

  • En dos minutos deberían tener puesto el traje de supervivencia que lleva su luz, su silbato y son la forma de sobrevivir en aguas gélidas

El naufragio del Villa de Pitanxo ha sido muy rápido y violento, además de muy lejos de la costa. En un lugar tan gélido como Terranova. Un hundimiento con muy poco margen para los protocolos de salvamento. El 'Villa de Pitanxo' era un buque congelador de acero de 50 metros de eslora y casi 10 de manga. El navío tenía su base en Marín, en la provincia gallega de Pontevedra y pertenecía a Grupo Nores, propiedad del histórico armador Manuel Nores.

Se trataba de un buque relativamente moderno, construido en 2004 en el astillero vigués MCíes, que ya no existe. Un barco de 18 años "de edad", con una potencia de más de 870 kilovatios y una capacidad de carga superior a las 1.120 toneladas. Era uno de los pesqueros destinados a la captura de especies como la gallineta nórdica, el fletán, el camarón boreal o el bacalao.

Aún se desconocen las causas del naufragio aunque todo apunta a un golpe de mar con una meteorología adversa. Todo debió de ser muy rápida pues estamos ante una tripulación experta y bien entrenada por lo que el tiempo para reaccionar, ponerse los trajes de supervivencia y botar los salvavidas ha debido de ser mínimo. De hecho, solo los tres supervivientes estaban en un bote.

"Abandonar el barco es al última opción"

Como señala Covadonga Suárez, del Centro de Formación Jovellanos, abandonar el barco es una operación que el capitán sopesa mucho, no deja de ser última opción porque "en el mar donde se está más seguro es a bordo del barco".

En el caso de que no haya otra opción que abandonar el barco, una señal sonora alerta a la tripulación. aunque también lo puede hacer a viva voz, como señala Christopher Ageitos, profesor de Marina Mercante. En dos minutos deberían tener puesto el traje de supervivencia que lleva su luz, que lleva su silbato, convertido en la única garantía en aguas gélidas. De hecho como señala Covadonga Suárez pueden aguantar hasta 6 horas entre cero y dos grados. Muchos. Permiten ya flotar sin chaleco. Mientras cada miembro de la tripulación sabe lo que tiene que hacer.

En tres minutos, los botes tendrían que estar en el agua. "Llevan bengalas, alimentos, agua y botiquín".

Antes una radiobaliza dará el aviso. Y dará una señal. Si nadie la activa, se conectará automáticamente. Cuando hay presión baja se rompe y sube. Hay cursos periódicos entrenan a las tripulaciones pero la situación real. Es la auténtica prueba de fuego.

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