Pese a que las autoridades sanitarias reiteran por activa y por pasiva que el coronavirus permanece entre nosotros y no dejan de producirse nuevos brotes en España, las playas vuelven a ser el escenario en el que muchos han demostrado hacer oídos sordos a las necesarias medidas de prevención para prevenir el contagio, evitar riesgos y mantener controlada la transmisión del virus.
Concretamente, la imagen que se ha podido ver este martes en la famosa playa de la Concha, en San Sebastián, se describe por sí misma: una aglomeración de bañistas no ha parado de llegar y han sido muchos los que no han respetado las medidas de seguridad. Ni en la propia playa ni antes de acceder a ella, porque se formó una interminable cola cuando la policía cerró el acceso para pedir a continuación una entrada ordenada; algo que no se produjo. Las ganas de llegar a la playa eran tantas que hubo quien incluso decidió comer mientras esperaba en la cola para no quedarse fuera. Sin distanciamiento, y la mayoría sin mascarilla, una vez se abrió el acceso nuevamente entraron a tropel.
“Está llena de gente”, resumían los bañistas describiendo una imagen que aunque parecería del año pasado es actual, en plena pandemia.
Para evitar problemas de aforo y sucesos de este tipo, precisamente, en otros lugares como en Sanxenxo, Pontevedra, han creado la figura del acomodador: ellos se encargan de ubicar a las familias y resolver cualquier duda a los bañistas, y aunque en un primer momento eran vistos por estos últimos como extraño, ahora lo agradecen y lo consideran muy oportuno ante la crisis sanitaria sin precedentes que ha sacudido a España. "Al primer día lo vi como un poco raro, pero ahora lo veo de maravilla", aseguran los usuarios de la playa.