El pintor Guillermo Bekes estaba en su estudio, en el sótano del número 35 de la calle General Pardiñas, cuando se produjo la explosión en el edificio del barrio de Salamanca que costó la vida a dos operarios. Desde allí, y entre los escombros, grabó los instantes después hasta que llegó la brigada de rescate.
"Es terrible lo que ha pasado, ha habido un derrumbe, una explosión”, dice mientras graba su sótano derruido. "Yo salvé la vida porque el sótano aguantó. Me sacaron por un boquete los bomberos, que les agradezco la vida, realmente", ha expresado el domingo tras regresar a la zona de la explosión.
Los vecinos desalojados, un total de 96, han pasado su segunda noche fuera de casa y seguirán sin poder entrar, ni siquiera a por enseres, los del 35 de General Pardiñas, donde se produjo la explosión, y los del 78 de la calle Ayala.
Las buenas noticias les llegan a las 46 familias del 33, que no comparten medianera con el 35, podrán dormir ya en sus casas, aunque en ocho de las viviendas no hay agua corriente. Estos ya pudieron entrar el sábado, acompañados por bomberos a recoger, por ejemplo, medicinas o mascotas.
"Los números que pueden acceder al edificio son el 1, el 2 el 5, el 6, el 7 y el 8 de todas las plantas. Menos los pisos 3 y 4 que corresponden a los colindantes con el edificio 35 que tras las inspecciones de seguridad hemos visto que no son habitables ni cumplen las medidas de seguridad", ha concretado a los medios de comunicación un portavoz de Bomberos Madrid.
De momento, los bomberos han apuntalado el edificio peor parado, el 35, y ahora estudian la decisión sobre si es necesario o no su derribo. Los vecinos no pueden entrar porque conllevaría "mucho peligro" y "se podría caer en cualquier momento".
Mientras el hombre de 84 años, único herido grave en la explosión, continúa ingresado en la UCI