La búsqueda de las pequeñas Anna y Olivia Sigue sin haber rastro de las menores, desaparecidas hace cinco semanas junto con su padre, Tomás Gimeno, tras las intensas búsquedas por parte de las autoridades, que ahora se centran en los últimos movimientos de su móvil para tratar de esclarecer los hechos.
Así, los investigadores han rastreado el móvil de Tomás Gimeno para analizar sus últimos movimientos, entre ellos la última llamada con su exmujer, la madrugada de la desaparición. La señal de su teléfono se perdió de manera brusca, lo que hace sospechar que podría haber caído al mar y no haber sido apagado deliberadamente por él mismo.
Están utilizando la misma técnica de estudio que se hizo con el móvil de la joven Diana Quer antes de recuperarlo de la ría. Ese estudio de la pérdida de cobertura súbita del terminal es vital y puede ser clave para dar con el paradero de las pequeñas.
Mientras siguen los rastreos frente al puertito de Güimar en busca de alguna pista que ayude a dar con las niñas, los investigadores han trazado un plan que el barco está cumpliendo.
Por el momento, la búsqueda se centra en un área de unas diez millas cuadradas, frente al litoral de Santa Cruz de Tenerife, que el buque del Instituto Español de Oceanografía viene rastreando desde el pasado domingo.
La zona, acordada por Guardia Civil y personal del buque, es la delimitada por el geoposicionamiento del móvil del padre de las niñas, Tomás Antonio G.C., quien se hizo a la mar en dos ocasiones en la noche del 27 de abril, cuando se le perdió el rastro.
El buque con sonar, llamado 'Ángeles Calviño', se había detenido al localizar varias protuberancias pero finalmente se trataba de una bolsa de basura. Las labores de búsqueda están resultando muy complicadas al tratarse de una zona llena de rocas y precipicios.
Lo que se sabe hasta ahora de la noche de la desaparición es que Tomás embarcó solo, sin la compañía de las niñas, y antes cargó desde su vehículo maletas y bolsos, para lo que tuvo que realizar tres viajes.
De regreso de su primera incursión en el mar fue interceptado por la Guardia Civil y propuesto para sanción por saltarse el toque de queda.
Los agentes no hallaron nada sospechoso en la lancha de Tomás, puesto que a esas horas la madre aún no había denunciado la desaparición de sus hijas.
Luego, pasada la medianoche, volvió a zarpar y horas más tarde la embarcación fue localizada vacía, a la deriva y sin ancla frente al Puertito de Güímar.
A bordo del Ángeles Alvariño están siempre dos agentes de la Policía Judicial de la Guardia Civil, que dirige la investigación, que se van turnando cada ciertas horas, dado que la búsqueda bajo el mar se desarrolla de día y de noche.
Este buque oceanográfico realiza una prospección con sonda multihaz con el que, a una velocidad reducida, va realizando varias pasadas sobre un mismo punto, con lo que se gana en resolución.
La sonda multihaz permite hacer una cartografía con una batimetría precisa que facilitará el posterior trabajo del robot submarino, según consta en la información facilitada por la Guardia Civil.
En esta labor de prospección con sonar se establecen calles paralelas que se solapan para cubrir toda la superficie a explorar.
Durante este reconocimiento se van estableciendo marcas en las irregularidades del fondo que requieran una inspección visual a posteriori.
Esa inspección le corresponderá, llegado el caso, al robot no tripulado Liropus 2000, con capacidad para operar y realizar recogida de muestras más allá de los 2.000 metros de profundidad, aunque si es debidamente adaptado puede trabajar hasta los 3.000 metros.
Está dotado con un potente sistema de iluminación de 17.000 lúmens de potencia (17 veces más que una bombilla de 100 vatios), y cámaras de elevadas prestaciones, una de ellas de alta definición (formato HD) y otra de muy baja luminosidad.