Más de uno ha pensado eso de “ojalá no me tuviese que ir” estando de vacaciones en su destino soñado. En en el caso de Olivia y Raúl de Freitas, dos ciudadanos sudafricanos de vacaciones en las Islas Maldivas, este sueño se ha convertido en una forzosa realidad. La pareja viajó allí en su luna de miel y la pandemia global del coronavirus les tiene ahora atrapados en el paraíso, según recoge The New York Times.
Olivia y Raúl, recién casados, llegaron a su destino desde Sudáfrica el 22 de marzo con el objetivo de permanecer allí durante 6 días a modo de luna de miel. Pocos lugares más idóneos para celebrar el enlace que un país paradisíaco compuesto de más de 1200 islas de playas de arena blanca y aguas cristalinas. Además, se hospedaban en el Cinnamon Velifushi Maldivas, un complejo hotelero de lujo cuyas tarifas más económicas rondan los 750 dólares por noche.
A su partida el brote de coronavirus ya causaba estragos en todo el mundo, provocando restricciones de movimiento en multitud de países. La pareja se preocupó por la situación, pero la agencia de viajes de la que dependían les tranquilizó asegurando que podrían volver a su país independientemente de la política de cuarentena que se aplicase en el origen o destino de su viaje.
El miércoles, cuatro días después de su llegada, Olivia y Raúl recibieron la noticia del cierre de todos los aeropuertos sudafricanos. Muchos de los huéspedes de su complejo hostelero se apresuraron a volver a sus destinos de origen, pero la complejidad del retorno a Sudáfrica (con una escala de tres horas en Qatar) sumado al propio cierre anunciado por las Maldivas les motivó a permanecer en la isla.
La única alternativa ofertada por el consulado y la embajada de Sudáfrica en Maldivas era la de que ellos mismos fletaran un vuelo privado por valor de 104.000 dólares, una cantidad desorbitada fuera de su alcance. Desde entonces, su situación es la misma: la pareja es ‘soberana’ en el complejo hotelero, que comprende una isla entera. Además, cuentan con la compañía de todo el servicio del hotel, que sigue a su disposición.
¿El motivo? El gobierno de las Maldivas ha prohibido a los trabajadores de este tipo de resorts que abandonen las instalaciones hasta que cumplan el periodo de cuarentena correspondiente tras la salida del último huésped. De este modo, el ‘staff’ al completo permanece en el complejo junto a la pareja, tratando de satisfacer sus necesidades en una circunstancia rocambolesca.
Además, la pareja está obligada a seguir pagando su cuenta de gastos en el hotel, con el que no obstante han llegado a un acuerdo para rebajar la factura. Así, la pareja apunta a que lo que parecía un sueño puede haberse convertido en pesadilla: "Todo el mundo dice que quiere quedarse atrapado en una isla tropical hasta que realmente es así”.