La pesadilla del coronavirus agudizó el ingenio a lo largo de 2020, tanto que por primera vez en los últimos tres años aumentó el número de patentes en España, y significativamente, cerca de un 20 por ciento. La mayor parte de esas ideas e invenciones estaban relacionadas con la pandemia, como nuevos métodos desinfectantes o accesorios para la protección.
Ejemplo de ello es Luis Miguel Martínez. En su caso, estaba harto de que se le empañaran las gafas con la mascarilla. Se puso a pensar y encontró la solución: un artilugio que fabrica casi artesanalmente en su casa. “Ha sido hecho a través de una impresora 3D, en este caso, el molde y un bastidor que lleva por dentro”, explica. Tiene la patente pero la falta capacidad de producción.
Otro de los inconvenientes de la mascarilla es que no ajusta bien. Pere Riutort, investigador, lo ha solventado con “un anillo” que “viene rígido, viene plano” y, así logra que “al calentarlo luego lo podamos adaptar a la cara”. Es un material maleable a 60 grados, una temperatura que se consigue calentando agua en el microondas durante dos minutos. “Conseguimos un cerrado hermético perfecto de esta mascarilla”, señala.
También una empresa de maquinaria de frutos secos adaptó la tecnología para pasteurizar basada en rayos ultravioleta para luchar contra el virus. “En muy pocos segundos elimina de los aerosoles cualquier presencia de virus o de bacterias”, indica su inventor, José Roig.
Y, la misma función hace este ozonizador de techo, el primero de sus características. “Lo que viene a hacer son unas cortinas de ozono lo que hace es que al contactar con los aerosoles los oxida y los elimina”, señala el empresario Cayetano García.
Es la creatividad que nos deja la pandemia para frenar el coronavirus y que han hecho subir las solicitudes de patentes casi un 20%.