Los padres de Cayetana, la niña que murió en el castillo hinchable de Mislata, le han dedicado una emotiva carta. “Sabemos que cuidarás de nosotros y de tu hermano Jaime allí donde estés”, le dicen. La familia de Cayetana tiene claro que las medidas de seguridad de la atracción no eran las adecuadas. La madre, Marta, llegó a sujetar el castillo hinchable con las manos antes de que saliera volando.
“Querida Cayetana, tus papás te quieren muchísimo. Eres y siempre serás nuestro ángel. Cariñosa, amable y muy noble. Sabemos que cuidarás de nosotros y de tu hermano Jaime allí donde estés. Danos muchas fuerzas para soportar tu pérdida. Te queremos”. Así empieza la carta que los padres han dedicado a Cayetana, de 8 años y de la que se ha hecho eco el diario El Levante-emv.
“Ningún padre está preparado para este tipo de situaciones, estamos totalmente abatidos”, ha admitido la madre de Cayetana, que ha aprovechado para agradecer los esfuerzos de los sanitarios del Hospital La Fe, donde intentaron salvar a Cayetana.
Sus palabras de agradecimiento se extienden a los servicios de emergencias y a la policía y los bomberos. “Sabemos que hicieron todo lo que estuvo en sus manos para poder salvarla”, reconoce agradecida Marta, la madre.
No solo sus padres han compartido su dolor en una carta. Desde su colegio Jesús-María de Valencia, sus compañeros y profesores han puesto en valor que Cayetana era “un amor de niña”.
Cayetana fue enterrada ayer en Valencia mientras sus padres esperan ahora a que concluya la investigación policial. Están convencidos de que la muerte de su hija se podría haber evitado. No quieren que algo así vuelva a ocurrir.
El Ayuntamiento de Mislata defiende la legalidad de las medidas de sujeción que tenía el castillo hinchable y que no es necesario que un técnico del Consistorio revise la instalación. Basta con que lo haga un ingeniero contratado por los feriantes.
Sin embargo, un informe del Grupo de Homicidios de la Policía, que se ha hecho cargo de la investigación, sostiene que el castillo hinchable no estaba anclado al suelo, solo sujeto a unos sacos de tierra y a bancos y árboles de la plaza. Algo insuficiente ante rachas de viento como la que soplaron aquella trágica tarde en Mislata.